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Del rosa al negro

Juan Luis Sánchez

Hace un tiempo la información de los programas del corazón podía ser considerada rosa. Básicamente se limitaba a seguir los patrones de la crónica social de toda la vida, dando sobrada cuenta de casamientos, bautizos, noviazgos, y alguna infidelidad. No dejaba de tener su gracia ver las fotos de los cuartos de baño de la mansión de Isabel Preisler, la reina del género hasta hace unos años, mientras uno esperaba a que le atendieran en la ‘pelu’. Con la sobreexplotación del género en las televisiones, el tono se ha ido haciendo cada vez más turbio hasta el punto de que ya no podemos hablar de crónica rosa, sino más bien de crónica negra.

Y es que esto no podía acabar bien. Las barbaridades que vemos en televisión no podían conducir a nada positivo. Paradójicamente, uno de los encargados de subir el nivel de zafiedad fue Javier Sardá, cuyas Crónicas marcianas comenzaron bien, o no del todo mal, hasta que el director y presentador empezó a incluir enconados enfrentamientos entre personajes célebres, y se dio cuenta de que los momentos de máxima audiencia coincidían con el punto en el que los invitados se estaban chillando o insultando. Por eso, decidió potenciar los gritos, incluir auténticas batallas campales, y si alguna vez perdía audiencia, sacaba a Kiko Matamoros con las instrucciones pertinentes de linchar e insultar a algún pobre entrevistado. El autor de este artículo contempló con perplejidad un programa en el que la madre de una supuesta famosa trataba de demostrar que su hija se había acostado con un conocido cantante. Y ponía a caldo a quien lo negara. Yo creía que a una madre le costaba aceptar las relaciones sexuales de su hija así a las primeras de cambio, aunque fueran reales. El mundo al revés.

El problema de la telebasura es que el espectador pide cada vez más y más. Es como las drogas, pues si no se aumenta la dosis, ya no hacen efecto. Una vez que los insultos y los gritos se han hecho habituales ya no llaman la atención, por lo que hay que ir un paso más allá para captar al público. Lo malo es que tras el insulto ya sólo nos queda la violencia. Pues bien, ¡ya hemos roto esa barrera! La ‘hazaña’ ha sido llevada a cabo por el programa de mayor éxito de este verano, Sálvame, cuyo nombre hace referencia a que esperamos que alguien nos salve de esta degeneración catódica. Podría ser un montaje, pero uno de los polémicos personajes que el presentador Jorge Javier Vázquez enfrentaba contra los otros invitados, acabó emprendiéndola a golpes de forma salvaje contra Jimmy Jiménez Arnau, que le había llamado cornudo, y hasta con una mujer del departamento de producción que pretendía separarles. ¿Qué será lo próximo? Desgraciadamente, el paso más lógico parece un asesinato, emitido en directo, ¡o algo peor! ¿Acaso todo vale para conseguir audiencia?
 

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