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La democratización del Magreb, compromiso moral de occidente

Luis Miguel Boto

En las predicciones sobre los países del mundo árabe, publicadas a finales de 2010 para el año 2011 por alguna de las revistas de análisis político y económico más prestigiosas del mundo, se indicaba que en Egipto y Libia se mantendría la estabilidad política y que, muy posiblemente, los hijos de Mubarak y Gaddafi sustituirían a sus padres a partir del 2012.

Sin embargo, dos meses después, la presión social “espontánea” en los países del mundo árabe ha llevado al derrocamiento de los Gobiernos existentes en ambos países, en demanda de cambio, libertad y democracia.

¿Cuales podrían ser las causas profundas de dicho levantamiento social?:

– Políticas: Existencia de regímenes totalitarios, en dichos países.

– Económicas: Elevados niveles de paro y salarios en general precarios.

– Sociales: Corrupción junto a un déficit en los servicios sociales básicos, como la educación, la sanidad, pensiones,….

– Comunicación: Una población sumida en el oscurantismo y que carecía de información distinta a la de los medios oficiales, ha descubierto el mundo global a través de la TV vía satélite, de Internet, de las redes sociales, y de los testimonios de amigos y parientes emigrados a los países occidentales. 

Todo ello, les ha hecho partícipes de modos de vida y de valores lejanos y distintos, les ha permitido conocer lo que existe en países más desarrollados y les ha llevado a demandar servicios y a valorar otras ofertas ideológicas.

El problema es que los acontecimientos en la sociedad actual se desarrollan a una velocidad vertiginosa. Las personas en particular y las sociedades en general siempre actuamos en clave de valor relativo. No nos conformamos con estar bien o mal, sino mejor o peor de quien es nuestra referencia.

Sin embargo, debemos saber que una gran libertad implica una gran responsabilidad.

Al igual que en Europa nadie frena tu libertad de expresión, y la responsabilidad de tus actos recae sobre ti mismo, debemos  asumir que las sociedades que están reclamando mayor libertad, pueden tomar unas decisiones que entendamos que no son las adecuadas para sus intereses, no para los nuestros. Una de las diferencias más notables que existe entre vivir en un país democrático, o hacerlo en un país gobernado bajo preceptos totalitarios, es lo concerniente a la libertad de decisión. La pregunta es, ¿deberíamos intervenir?

Mi opinión es que no, pero sí ayudar, sin querer forzar los ritmos y respetando la decisión de los pueblos afectados. Debemos favorecer este cambio sin que sea entendido como una intromisión sino como una ayuda habida cuenta de nuestra experiencia para que estos países no caigan en la anarquía o en situaciones no deseables para ellos mismos. Pongo el ejemplo de la revolución socialista de Cuba, que siendo inicialmente una revolución nacionalista contra la dictadura de Batista, se ha convertido en otra dictadura de corte comunista. Los pueblos que no aprenden de su historia están condenados a repetirla.

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