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Doce meses de ilusión y responsabilidad

Va terminando el curso político y es tiempo de resumen. Para los que formamos el Pleno del Ayuntamiento de Madrid no ha sido un año más, pues, como recordarán, en diciembre se producía un cambio en la alcaldía: Alberto Ruiz-Gallardón dejaba el puesto para el que se había presentado sólo siete meses antes, y su lugar era ocupado por Ana Botella. Con Gallardón, también se iban, por diferentes motivos, otras dos personas clave en el Ayuntamiento como Manuel Cobo y Juan Bravo, pero, a pesar de esto, hay continuidad en las políticas y responsabilidades: es el Partido Popular quien, con sus errores y aciertos, lleva gestionando con mayoría absoluta esta ciudad desde 1991, nada más y nada menos que 21 años.

Tampoco para la ciudad de Madrid son tiempos fáciles: la crisis económica y financiera golpea a sus ciudadanos, y la Corporación añade a esos problemas generales, con su impacto en la caída de ingresos, la deuda generada por años de despilfarro –que superaba al terminar el primer trimestre los 6.700 millones de euros–. No hay dinero para casi nada, y se recorta hasta en la recogida de basuras. Frente a este panorama, hay quien quiere embarcarnos en nuevos proyectos faraónicos como Eurovegas o los Juegos Olímpicos; son dos anhelos diferentes, pero creo que coinciden en su función embaucadora, sin que las cifras que nos dan los gobernantes coincidan ni con la realidad ni con las necesidades de los madrileños.

Para nosotros –hablo como portavoz del Grupo Municipal de Unión, Progreso y Democracia- casi todo ha sido novedoso en este curso, pues entramos en la Corporación Municipal el 11 de junio de 2011. ¿Qué balance podemos hacer? Creo que debemos estar moderadamente satisfechos: 119.601 madrileños nos otorgaron cinco concejales en el Ayuntamiento para que controlásemos  y fiscalizásemos la labor del Gobierno, y considero que estamos en el buen camino. Nos hemos podido equivocar en ocasiones, tal vez pecando del ímpetu excesivo propio del que llega con ganas a una institución, pero intentamos cumplir con nuestro trabajo con honradez y coherencia. Estamos siendo relevantes, y tenemos una voz propia y diferenciada. Un ejemplo lo tuvimos en el último Pleno, donde, con diferentes iniciativas, expusimos la responsabilidad del Ayuntamiento (y aquí no hablamos solo del PP) en el desastre de CajaMadrid, ahora integrada en Bankia: allí los partidos tradicionales se repartían cargos y consejeros con toda alegría, y ahora no asumen ninguna responsabilidad. Nos ha tocado denunciar otras situaciones que no entendemos, como el número de altos cargos del Ayuntamiento y su remuneración o la política de alquileres del Consistorio, con edificios vacíos de su propiedad mientras paga rentas en las mejores zonas de Madrid. A cambio, muchas veces hemos recibido insultos e incluso ataques personales, pero también hay que reconocer que en ocasiones el Gobierno de la ciudad ha valorado nuestro trabajo apoyando algunas de nuestras proposiciones. El último ejemplo, en el Pleno de junio: el PP votó sí a nuestra propuesta para que los madrileños puedan casarse por lo civil los sábados en las Juntas del Distrito.
La política, y sobre todo la municipal, también es eso: pequeños pasos que hacen la vida más fácil a la gente.

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