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El relevo. Obama, Trump

Llega Trump a la presidencia con aires de Monty Python con botón nuclear, como un macarra de recreo anclado en una adolescencia tipo Porky´s que piensa que el buen gusto es poner los grifos de los bidés de colorao y patear mejicanos aunque lleven viseras del vota a Trump, made in China. Pasar del discurso al tuit como clave de comunicación política viene a ser como leer pancartas de futboleros después de cerrar Hamlet.

Si la globalización nos ha traído una aceleración y una inmediatez que casi nunca es buena, el nuevo presidente estadounidense pone su granito de arena con la incertidumbre, la pura incertidumbre, para completar una trinidad peligrosa.

Trump ha movilizado a toda esa masa de vapuleados blanquitos con aquello de que haría de nuevo grande a los Estados Unidos y que la culpa de todo es de un establishment al que también pertenece. Su mensaje, cargado de tópicos, suena por simpleza a cuando en el colegio nos preguntaban qué haríamos si fuésemos presidentes y nosotros poniendo caras serias voceábamos eso de la paz mundial y el acabar con el hambre bla, bla, bla… La pregunta es cómo. Eso nunca nadie lo explica. Por ejemplo, cómo pretende bajar impuestos, subir gasto y ¡ay! mantener a raya el déficit público pasado el primer subidón. Cómo terminar con el Estado Islámico en los primeros cien días como ha firmado a modo de contrato con los ciudadanos. Me temo que la pauta de la legislatura será la improvisación.

Le pregunto al poeta Pedro Larrea. Diez años en Estados Unidos. Avisa: No sólo es Trump, el gabinete que se ha montado es de auténtica pesadilla. Bush hijo se ve ahora, en la distancia, como un moderado. Los grupos en pos de los Derechos Civiles están entre acojonados y cabreados. Es tan evidente el desastre de lo que va a venir…, pero una de las cosas que tiene la Democracia es que consigue que la gente se siga comportando de manera normal. Va a dinamitar el sector público y los conflictos de intereses son evidentes a pesar del teatrillo de renuncia que ha montando. Se están modificando, por primera vez, costumbres y prácticas éticas orientadas a demostrar integridad que todos los presidentes anteriores han cumplido aunque no estuvieran legalmente obligados a ello, mientras Trump ha demostrado que no le importa mentir si la mentira rema a favor de sus intereses. Mal empezamos…

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