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Ellos se lo guisan

Llevan los socialistas un proceso contrario al de Frankenstein, que pasó del desguace y montaje por piezas a ser un ser un homúnculo hecho de retales. Entrando en el meollo: ¿Quién puede fiarse del que vende objetivos comunes según le convenga en cada zona y momento? Ven lo inmediato, el cortoplacismo, en vez de un proyecto general de base consistente. A la larga se han ido convirtiendo, cediendo y cediendo, en unos tibios con ideales de grupo confusos, transformándose en gente de poco fiar, con la ética empañada y empeñada en la trastienda de cualquier vendeoro local.

Qué mayor tibieza cabe que la abstención de los socialistas catalanes en todo lo referente al referéndum por la independencia, que ya ha anunciado Pere Navarro. Es imposible, en algo tan trascendental, no tener una idea clara, en un sentido u otro, y más dedicándose a la política. ¡Mójense coño! La chatarrería de la izquierda que piensa que todo vale a cambio del ya y el ahora, y que llevan la calculadora del voto-mendigo como llevaban las abuelas en el 2000 la que cambiaba las pesetas en euros, convierten en un imposible el votar cuando la ideología ni contempla a Rajoy. Mal favor se han hecho a ellos mismos y mal favor le están haciendo a la democracia desmantelándose con mil cabezas de ratón pensante. Qué triste. Sólo hay un partido nacional: el PP y eso es malo, muy malo, para un país y para una alternancia sana de poder.

Pero claro, si pensamos que hasta Benedicto XVI tiene un twitter (de twit: tonto, berzotas…) que ni escribe, de quién te fías… Luego llega el hambre, tan real, no encontramos el botón para apagar la consola y nos deprimimos. Nos han educado para vivir como tontos principitos del consumo por el consumo y el más que el vecino; y así está la sociedad que no reacciona y anda a medio gas, noqueada en su mayoría.

En las mismas anda la Casa Real, abriendo canal en youtube para tratar de sacudirse la polilla rancia que ya ha mordido las vigas maestras de la Monarquía. El Rey trata de recomponer lo que no arregla ni dios y, cosas de la edad, se pone tierno por el <<efecto nieto>>: Urdangarín ha acudido a la cena de Nochebuena. Invisible y voyeur me gustaría ser en esa cena. Tras el fin del mundo fallido, manda cojones, qué mejor que liarla en fecha tan señalada como las familias normales. ¿Optarán por la hipocresía camuflada de falsa educación? ¿Terminarán hablando en un apartado poniendo alguno la voz ronca por lo bajo para los reproches? A ver si se filtra algo: Panem et circenses.

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