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¿Emprender en 2015?

Se está produciendo, sobre todo en Madrid, una exaltación de eso de “hacerse emprendedor”, seguramente promovido por ese intento de alentar el individualismo y las soluciones personales. Se califica de “emprendedores” a quienes sacrifican su tiempo y su patrimonio en aras de un futuro prometedor y, según nos cuentan, lleno de beneficios y ventajas. No es que yo tenga nada contra los que ven atractivo el futuro profesional como independientes, y se atreven a arriesgar mucho en aras de esa libertad y posibilidad.  Es más, me atrevería a animar a aquellos que tienen una idea clara a vivir esa experiencia, que puede resultar muy positiva en todos los aspectos.

Sin embargo, alrededor del 25% de las nuevas empresas tienen una vida inferior a 4 años. Es decir, fracasan y suponen para sus creadores un quebradero de cabeza y una ruina económica. Hay que tenerlo muy claro antes de lanzarse a la aventura. Lo mejor es intentar que sea lo menos aventurado posible, analizando todo bien antes de comenzar.

No todos los negocios tienen futuro ni todos los proyectos darán beneficios. Hay que echar muy bien las cuentas sobre la inversión necesaria, los gastos de funcionamiento y publicidad, y el tiempo preciso para amortizarlos y obtener rendimientos. La elección del establecimiento es fundamental, tanto la ubicación física como las características del recinto. Ver locales que albergan un negocio tras otro, todos con resultado negativo, resulta demostrativo de que alguien no lo comprobó antes de empezar. Tienes que conocer a quién te diriges, qué ofrecerás y qué necesitas para ello. Según esas condiciones, valora qué local y publicidad necesitas, así como el medio más adecuado para llegar a tu público.

Hay que tener claro que para iniciar un negocio hacen falta al menos tres cualidades: Lo primero muchas ganas, puesto que los principios siempre son duros y trabajar como empresario requiere un esfuerzo extra. También un buen plan, bien diseñado y con todo muy calculado. Aún así es fácil que surjan complicaciones y situaciones inesperadas que puedan dar al traste con todo, pero cuanto más hayamos previsto, mejor preparados estaremos para las contingencias. Por último, paciencia. Los beneficios no suelen aparecer desde el primer momento, y suele haber un tiempo,  a veces prolongado, entre la puesta en marcha y la obtención de ganancias. Para ello, más apropiadamente, paciencia y un colchón económico para aguantar esa temporada.

Nunca está de más tener un “plan B”, una previsión clara de qué hacer en caso de que el proyecto no sea un éxito y haya que cerrar. Nunca es fácil dar ese paso, pero si la situación llega a ser difícil, tener alguna salida proporcionará mayor independencia, capacidad de decisión y minimizará las pérdidas.

http://elola.blogia.com

@JJElola

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