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Es la ETA, ¡despertad!

Jorge Bustos

La banda terrorista ETA ha volado el aparcamiento de la T-4 de Barajas y ha matado a dos personas. A la mente acuden en tropel tres consideraciones urgentes:

1) Este Gobierno, o es tonto, o es repugnante, y ninguno de ambos predicados resulta halagüeño para el porvenir inmediato de este país. Después de llevar años conversando muy esperanzado con los criminales, otorgándoles de hecho rango legítimo de interlocutores políticos, al presidente Rodríguez le ha despertado de su ensueño de paz hippie la detonación macabra, el hormigón desmenuzándose sobre la cabeza de dos hombres que dormían y los hierros desvencijados como si fueran mimbre, todo lo cual suena a música celestial en los cándidos oídos de sus compañeros de diálogo. Queremos pensar que Rodríguez es tonto y se cree realmente que va a cambiar a esta manada de infrahombres que, consciente de que su único destino es la cárcel o seguir matando en la clandestinidad, se aprovecha del ingenuo monclovita que les hace carantoñas ni soñadas en otras épocas. La indignación de los medios de comunicación y de los ciudadanos de bien ha sido unánime. Y sin embargo, las encuestas sobre intención de voto posteriores al atentado apenas registran variaciones. España es un país formado mayoritariamente por dos tribus decepcionantemente cerriles, izquierda y derecha, que parecen llevar en los genes el sentido de su voto y no quieren sentarse a pensar si su dignidad ciudadana les está exigiendo cambiarlo porque prefieren irse de rebajas a El Corte Inglés. El 11-M no cambió el voto, lo que hizo fue movilizar a los abstencionistas de izquierdas a favor del PSOE, no porque Rodríguez les pareciera un hombre capaz sino porque Aznar era un nazi feo y belicista. ¿Qué podemos esperar de esta ciudadanía? Rodríguez lo hubiera tenido hasta fácil después del atentado: ponerse rápidamente la careta de tío firme, lamentar su inocente confianza en la posibilidad de conversión de los etarras, romper todo proceso de forma expresa y tajante, decir “me han engañado, españoles, pero se acabó”, etc. Pues no: dice -y tarde- que va a dar lo mejor de sí y otras cursiladas por el estilo. Desesperante Rodríguez. Pero no pasa nada, porque vienen las encuestas y ha perdido un puntito de popularidad, si llega. Desesperante pueblo español. Hala, a las rebajas.

2) Cuando yo viajo en avión, me meten mano hasta en la entrepierna para ver si llevo un chip asesino en los gallumbos. Pero resulta que unos tíos aparcan tranquilamente en la T-4 su furgoneta cargadita de explosivos y la detonan y escapan comentando la jugada y ahora ven la tele en sus casas o pisos francos muy plácidamente. ¿Para qué carajo sirve tanta medida de seguridad y tanto arco detector de metales si te la lían cuando quieren? ¿Por qué siempre es la gente normal la registrada, la multada, la vigilada, y a los peores criminales los tratan con deferencia y estatus de políticos con causa? Es una pregunta.

3) Y ahora qué. La derecha se ha cebado con Rodríguez, y se le acusa de la ‘falta de unidad de los demócratas’; pero, por un lado, criticar es la función de la oposición, y por otro, el primero que enseñó el culo al PP y la cara a los partidillos nacionalistas fue Rodríguez. Es de esperar que la gente mienta en las encuestas. En todo caso, sí parece que hay socialistas descontentos, incluso en el seno del propio Gobierno, con la política antiterrorista de osos amorosos que estaba desarrollando Rodríguez. Si hiciera caso… Pero claro, es Rodríguez.

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