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Exilio 2.0

Exilio 2.0

A Juan Carlos I, otrora todopoderoso y blindado, se le empezaron a torcer las cosas cuando dejó de ser Rey, a secas, y se le fueron añadiendo coletillas chuscas.

El campechano, el emérito… Y fue Raúl del Pozo, en un comienzo de artículo antológico, el que en su momento abrió la veda contra la Familia Real.

Aproximadamente, sino literal, escribía: Qué difícil es ser Reina de España, en vida te tocan los cuernos y en la muerte el hábito franciscano para el pudridero de El Escorial.

Pensaba Juan Carlos que su reinado quedaría como modélico, y resulta gracioso ver hoy el título del libro de Peñafiel: El Rey no abdica o, peor aún, aquella portada de Diario 16 de los años 80 con el épico titular entrecomillado: “Juro que ni abdicaré ni abandonaré España”.

Exilio 2.0 por mucho que nos digan que está de resort, con pulsera pero sin pulsera, en Abu Dabi, sin Sanxenxo, zamburiñas, ni que le tengan que atar al timón para que no salga disparado al primer golpe de mar provocado por alguna sirena con afán de champanera.

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La excusa para no volver por Navidad ha sido el coronavirus, curiosa paradoja, dejando un percal de traca a su hijo para el discurso navideño.

Un discurso metido a embudo en todas las cadenas y muy visto, más por morbo -como quien ve un Sálvame- que por el debate, hoy por hoy imaginario, que pretende Iglesias entre Monarquía y República, con un pueblo en modo supervivencia.

Que la Monarquía es tradición trasnochada es algo obvio visto desde un poco de distancia, pero se equivoca el vicepresidente no sé cuántos por priorizar su caída como objetivo, con la que está cayendo.

Aunque peor es la demagogia de Quim Torra, con esa pinta de españolazo rústico, soltando como opciones únicas lo de “Monarquía española o República catalana”.

Es como si te ofrecen meterte un tiro, o metete un tiro y torturarte antes; y eliges tiro, aunque como algo que tú realmente eliges, deja mucho que desear.

En definitiva: sobran napoleoncitos y faltan políticos de Estado por y para el bien general, aunque les perjudique personalmente o tiemble su carguito.

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Y, por sobrar, sobra hasta el discurso navideño que, da igual lo pulido, insípido, cargado de topicazos o lugares comunes que esté, siempre será para uso de lo forofo, de convencidos de lo uno y de lo otro.

Ad latere. Jaime Peñafiel, con despecho de amante, continúa sacando libros y estirando el chicle a rebufo de la barra libre abierta contra la Familia Real, aunque los interesantes sean los de Pilar Eyre.

Ya está totalmente recuperado de las lumbares por tanta reverencia «cuando no se podía». Nos alegramos. La salud es lo más importante.

Víctor Vázquez.

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