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Feliz, cristiana y significativa Navidad, a pesar de los impíos

Feliz, cristiana y significativa Navidad, a pesar de los impíos

Muchas profecías del Antiguo Testamento se cumplieron en el Nuevo Testamento.

Varias de ellas tuvieron relación con la venida del Mesías, Jesús. Por ejemplo:

(Génesis 49:10) “No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus Piernas, hasta tanto que se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones”.

Nació en la tribu de Judá.

(Lucas 3:23-33) “Jesús, hijo de José, hijo de Helí, hijo de Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham”.

(Salmos 132:11) “Juró Yahveh a David, verdad que no retractará: El fruto de tu seno asentaré en tu trono”.

De la familia de David, hijo de Jesé.

(Mateo 1:17) “Desde Abraham hasta David; desde David hasta Cristo”.

(Miqueas 5:1) “Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño”.

Nació en Belén.

(Lucas 2:4-11) “Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David”.

(Isaías 7:14) “He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”.

Nació de una virgen.

(Mateo 1:23) “Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel”.

Es una prueba de que la Biblia es Palabra de Dios, y su cumplimiento muestra sin duda que Jesús es el Mesías. Pero, ¿por qué vino Jesús a la Tierra?

Hay miles de razones de la venida de Nuestro Señor Jesucristo a la tierra. Sobre todo, Jesús vino para, el Rescate.

Jesús tenía que derramar su sangre vital en muerte para el rescate de nuestros pecados.

Como dijo Juan el apóstol de Jesús en (1 Juan 1:7): “La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado”. Jesús vino a la Tierra para morir por nosotros.

Él dijo en (Mateo 20:28): “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”.

La vida humana perfecta de Jesús se dio para liberar la humanidad del pecado y la muerte.

Esto se debe a que Adán, al hacerse pecador, pasó el pecado y la muerte a sus hijos, incluso a todos los humanos que vivimos hoy.

(Romanos 5:12): “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”.

Jesucristo dio su propia vida perfecta, para volver a comprar lo que Adán había perdido.

Los evangelios no indican ninguna fecha acerca del nacimiento de Jesús.

Sin embargo, a finales del siglo IV, la Iglesia fijó el 25 de diciembre, el día elegido para celebrar el natalicio de Jesús. Pero, ¿por qué?

En el primer siglo los apóstoles no se preocupaban ni preguntaban por la naturaleza de Jesús, estaban convencidos de que Jesús era Dios.

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De hecho, iban a predicar a toda la nación, aplicando las palabras de su Maestro.

(Mateo 28:19-20): “Vayan, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

En el año 215 C., Florente Tertuliano, teólogo y apologista cristiano latino de Cartago (160- 220), fue el primero en usar el término Trinidad.

Es decir, Padre (Dios), Hijo (Jesús) y Espíritu Santo, son uno. ¿Cómo comprobar que Jesús es Dios?

En el Evangelio hay varios versículos que muestran que Jesús es Dios, como por ejemplo:

(Juan 1:1-2): “En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios”.

(Juan 1:14): “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”.

(Juan 10:22-23): “El Padre y yo, uno somos”.

Arrío (250-336) era un sacerdote de Alejandría, en Egipto, fundador de la doctrina cristiana («arrianismo»).

Él se enfrentó a su obispo proclamando que Dios (Padre) había creado a Jesús (Hijo), por tanto, el Hijo era una creación de Dios y no era Dios mismo.

El punto de viraje para el cristianismo en el Imperio Romano fue el año 313, la fecha de la supuesta conversión del emperador Constantino al cristianismo.

En aquel tiempo los obispos estaban envueltos en un debate sobre la naturaleza de Jesús.

La mayoría de los obispos creían en la Trinidad y afirmaban que en Cristo existen dos naturalezas, la divina y la humana, unidas y paralelas.

Otros pocos obispos en Alejandría afirmaban que Jesucristo no era un verdadero Dios, sino la primera criatura creada por Dios.

Constantino quería unidad en su dominio. En el año 325 convocó el concilio de Nicea, que afirmó el decreto de la fe cristiana describiendo Jesucristo con estas palabras de San Atanasio (296-373):

«Jesús es el Dios verdadero de un Dios verdadero, de la misma naturaleza que el Padre, no creado ni nacido».

Además, la Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature explica:

«Si decimos que Jesucristo es el mismo Dios, el día del nacimiento de Cristo no puede aparecer en la Biblia, ni en ningún sitio».

Por consiguiente, la idea popular de que Jesús nació el 25 de diciembre no tiene ninguna base bíblica.

Pero, según el relato bíblico de (Lucas 2:6-8): «Dio a luz a su hijo, el primogénito, y lo envolvió con pañales y lo acostó en un pesebre. Había pastores que vivían a campo raso y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños».

Se dice que había pastores en los campos cuidando sus rebaños la noche del nacimiento de Jesús.

La temporada de lluvia empezaba en el otoño, en el mes de Bul (que cae entre octubre y noviembre). En este mes los rebaños pasaban la noche protegidos en cobertizos.

El mes siguiente, Kislev (noveno del calendario judío; caía entre noviembre y diciembre), era un mes frío y lluvioso, Tebet (que caía entre diciembre y enero) tenía las temperaturas más bajas del año, con nieves ocasionales en la región montañosa.

Por lo tanto, el que hubiera pastores en los campos durante la noche concuerda con el hecho de que Jesús nació a principios de otoño.

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Según el calendario lunar juliano, hecho por el emperador Julio Cesar en el año 46 a. C. muestra que, la fecha del 25 de diciembre se celebraba el día del dios, Mitra, Sol.

Además, el Calendario de Furio Dionisio Filócalo, compuesto en el año 354, afirma que: el 25 de diciembre, era el Cumpleaños del dios (Sol) invicto, Mitra, el dios de los romanos.

Constantino, impuso este día, 25 de diciembre, como fecha para el nacimiento de Jesús, a fin de acercarse el cristianismo al imperio romano.

San Agustín (354-430), muy acertadamente, supo comprender la combinación que se había producido entre las tradiciones populares y el sentimiento piadoso de los primeros cristianos y recomendó a los creyentes que no celebraban ese día, 25 de diciembre, en consideración al Sol, como hacen los paganos, sino en relación a Dios, encarnado en su Hijo, que fue quien creó el Sol.

En todo el mundo, para los cristianos, las fiestas navideñas, es un período de paz y amor, capaz incluso de detener guerras por unas horas o días.

Asimismo, estas fiestas tienen un significado especial de gozo, unión familiar, devoción, apego y alegría porque en Belén ha nacido un Salvador.

En estas fechas tan entrañables, en muchas partes de la Tierra es común ver belenes (Nacimientos) durante las Navidades.

En ellos a menudo hay figuras de tamaño casi natural del niño Jesús en un establo, con María, José, pastores, los reyes magos y algunos animales.

Prácticamente todas las ciudades del mundo occidental se preparan para adornar sus calles y avenidas.

Sin embargo, el tradicional Belén de Navidad que adorna miles de ciudades de Europa está reñido en distintos puntos del viejo continente, sufriendo el chantaje del social-comunismo, y el Islamismo.

En varias ciudades europeas tradicionalmente cristianas, Belén de Navidad, está siendo retirado o cambiado por otra serie de objetos que no tiene nada que ver con la tradición navideñas que conocemos, para satisfacer el paganismo y los mahometanos.

Esta situación empieza ser especialmente grave en países históricamente cristianos como España, Dinamarca, Francia, Inglaterra o Bélgica, que actualmente tienen tasas de inmigración de origen musulmán bastante importante y difícil de integrar.

La verdadera alegría de Navidad, no existe en los adornos, la nieve, los árboles, los regalos, en comer y beber, etc. si no, en el amor, la piedad, la esperanza, la generosidad, la humildad y la humanidad, que envuelve el corazón de las personas y compartirlas con otras personas.

Por eso, como estamos viviendo una pandemia muy severa, en España, no queremos perder el sentido religioso de nuestras fiestas cristianas Navideñas, tampoco la ilusión y la alegría.

Es verdad, España es un estado aconfesional, sin embargo, tradicionalmente es cristiano.

En España, los emigrantes musulmanes viven en minoría, gozan de toda la libertad y tienen todos los derechos tanto sociales como religiosos.

Tienen la libertad de celebrar sus pascuas y tradiciones como Ramadán, construir escuelas coránicas, mezquitas y rezar en ellas las cinco veces al día.

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Incluso en algunas ciudades tienen partidos políticos y representantes en los ayuntamientos.

Además, públicamente, nuestros dirigentes tanto políticos como religiosos, todos los años, felicitan los musulmanes en sus fiestas.

A mí me parece muy bien, porque es una muestra de respeto y educación cristiana, de la democracia y la libertad religiosa.

Los cristianos en general respetamos a toda persona a pesar de su raza, religión, ideología, color y orientación sexual.

Del mismo modo, los que no son cristianos, deben de respetar nuestras creencias, costumbres, culturas, tradiciones y liturgias cristianas.

No creo que sea oportuno de cualquier partido político español, introduzca ideas absurdas en las traducciones cristianas católicas.

De lo mismo, los dirigentes políticos, a pesar de sus creencias marxistas impías, deben de aceptar y felicitar las ceremonias de su pueblo cristiano.

Por otro lado, los musulmanes deben de guardar la postura, de ser agradecidos, respetar las creencias y tradiciones cristianas de los países de acogida donde viven como emigrantes.

Asimismo, deben de actuar los musulmanes con las minorías cristianas que viven con ellos, en sus países de mayoría árabe musulmana.

No obstante, nosotros no somos emigrantes, somos los originales del país.

En países de mayoría árabe musulmana, los musulmanes, obligan a los cristianos a la conversión, violan las mujeres cristianas y las obligan casarse con sus violadores musulmanes.

Los cristianos no podemos celebrar nuestras pascuas ni una misa tranquilamente y nadie habla de ello, ni siquiera El Vaticano.

La persecución y el genocidio de los cristianos en los países de mayoría árabe musulmán, es una realidad.

El Islam y los musulmanes no entienden el significado del respeto y la libertad religiosa, va contra su fe.

Todos los años en estas fechas tan significativas para los cristianos, los “eruditos” musulmanes, tanto en sus países de origen musulmán como en el Occidente, enseñan sus partidarios que, felicitar o manifestar buenos deseos a los “incrédulos” cristianos, es un pecado y es sinónimo de aceptar sus creencias.

Leemos en el Corán (Sura 5:51): “¡Creyentes! No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos. Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Allah no guía al pueblo impío”.

En mi país natal Irak siempre he escuchado estas palabras y, en estos últimos años en mi país actual, España.

Estos discursos son la base de las amenazas yihadistas islamistas, para incitar al odio contra los cristianos y cometer atentados en el Occidente.

No quiero vivir en mi país actual, España, lo que he vivido en país natal, Irak.

Por todo ello, pedimos a Dios que elimina la mentira del mal que nos rodea, e ilumine la verdad de Su Hijo, nacido y venido al mundo para la Salvación. Amén.

Más informaciones:
Raad Salam Naaman, “Los primeros cristianos; los cristianos orientales, entre el hecho histórico y un verdadero genocidio”, editorial Monte Riego, 2019.
Raad Salam Naaman, “Profecía y Profetas”, editorial Monte Riego, 2014.

Raad Salam Naaman
Cristiano católico caldeo de origen iraquí.
Doctor en filología árabe, estudios árabes islámicos y ciencias religiosas.

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