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Ideología de género

Pablo de Santiago

 

Próximamente se estrena en España la película Los chicos están bien, que en Estados Unidos ha obtenido un gran éxito de público y de crítica. La película costó sólo 4 millones de dólares y ha recaudado allí más de 20. También ha sido nominada a cuatro Oscar, los correspondientes a mejor película, guión, actriz y actor de reparto. Por lo pronto, a la espera de la ceremonia del 27 de febrero, Annette Bening ya ha sido galardonada con el Globo de Oro a la mejor interpretación femenina del año.

Los chicos están bien es la mayor apología de la ideología de género que he visto hasta el momento. Narra la historia de una familia formada por dos madres, Nic (Annette Bening) y Jules (Julianne Moore), y por los hijos de éstas, concebidos gracias a un donante de esperma. Ha pasado el tiempo y los hijos son ya crecidos adolescentes: la joven Joni, que está a punto de entrar en la universidad, y su hermano menor Laser. Los cuatro forman una familia unida, acomodada, que atraviesa por las situaciones corrientes de cualquier familia. Pero, claro, con los años el amor se agrieta un poco, y los hijos adolescentes ya no son tan fáciles de manejar, reclaman su espacio y su libertad de decisión. Tanto es así que un día deciden por su cuenta conocer a su padre biológico, que resulta ser un tipo de lo más agradable, de manera que se integra poco a poco en la familia. Pero tal situación acaba suponiendo un pequeño terremoto en la convivencia.

Dirige el film Lisa Cholodenko (1964), quien sabe de lo que habla, pues es lesbiana y madre de un hijo con esperma de donante. A lo largo de su carrera, Cholodenko ha demostrado que lo suyo son las películas sobre relaciones a menudo tormentosas y difíciles, con hincapié en el mundo homosexual, véase High Art o La calle de las tentaciones. La directora californiana tiene sensibilidad para ello: posee capacidad para perfilar caracteres verosímiles, crear diálogos realistas y lograr interpretaciones muy naturales. Lo de Julianne Moore no sorprende, pues es manifiesto su gusto por encarnar a mujeres poco convencionales (Savage Grace, Chloe, etc.), y desde luego la Bening está fantástica, como tantas otras veces.

¿Pero qué hace diferente esta película de otras con temática homosexual, al estilo de Brokeback Mountain, Las horas o Un hombre soltero? Sencillamente que busca obviar cualquier diferencia con cualquier otra familia, es decir, intenta no ser una ‘película gay’ que retrate dificultades y traumas. Da tanto por superado, que la historia de Cholodenko no cambiaría (es un decir) si se tratara de un matrimonio normal y no de una pareja de lesbianas. Eso es lo que se busca. Es más, aquí todo el mundo es de lo más corriente y normal, empezando por los hijos, llamativamente ejemplares, educados y equilibrados (muy sutil la contraposición con sus respectivos amigos, uno loco y violento, y la otra ninfómana en potencia). Y ésa es precisamente la mayor defensa de la denominada ideología de género, según la cual la diferencia entre hombre y mujer no existiría, de modo que lo que llamamos ‘género’ (es decir, la identidad sexual) no sería más que una traslación nominalista de una cultura pretérita. Cambiemos por tanto la mentalidad de la sociedad y reduzcamos el género -la diferencia entre hombre y mujer- a puro deseo sexual, a pura atracción. De este modo, la identidad sexual pasa a ser lo de menos, pues sólo importa la ‘tendencia’, la ‘opción sexual’ que cada uno elija. Puro juego erótico. Este film idealiza hasta el extremo tal mentalidad.

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