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La Dama de Hierro

El pasado 8 de abril, a los 87 años de edad,  falleció en Londres la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, conocida popularmente como la Dama de Hierro. Independientemente de que se comulgue o no con sus ideas políticas -o con las formas con las que las puso en práctica- es indudable que se trata de uno de los grandes personajes políticos del Siglo XX.
Baste recordar como datos relevantes que, hasta el momento, ha sido la única mujer que ha ocupado ese cargo en el país –de indudable importancia para el orden mundial-, y que el período de su mandato como primera ministra –casi doce años- ha sido el más largo del pasado siglo en ese cargo, es decir, ha superado a todos los hombres que lo ocuparon antes y después que ella. El relieve del funeral celebrado el 17 de abril, o el hecho de que sea uno de los pocos líderes políticos recientes con una gran superproducción de cine propia (La Dama de Hierro, 2011), muestra gráficamente todo lo escrito hasta el momento.

Quizá, los españoles de ahora, dada la precaria situación económica de nuestro país, podemos entender mejor lo que hizo Thatcher en la década de los ochentas del siglo pasado en el Reino Unido: parar un endeudamiento público que llevaba al Estado hacia la bancarrota, aumentar los impuestos y privatizar para generar ingresos. ¿Qué ocurrió a los ocho años de aplicar estas medidas? El desempleo fue disminuyendo, la economía se estabilizó y se fortaleció, y la inflación bajó. La Dama de Hierro fue elegida para un tercer periodo consecutivo. Todo ello, ciertamente, unido a protestas sociales y convulsas escenas en la calle, amén del atentado del que salió ilesa de milagro en 1984.

En el fondo, es como en cualquier hogar: si gastas más de lo que ingresas debes pedir dinero –o conseguirlo de algún modo- para llegar a fin de mes (¿les suena?); el problema llega cuando no puedes pedir más porque no te prestan dado tu nivel de deuda. Thatcher usó mano dura para recortar e ingresar.

También es muy conocida por su política exterior, centrada en acabar con el agonizante comunismo del momento y la defensa de la influencia británica en el mundo, motivo por el que se embarcó en la Guerra de las Malvinas en 1982 o defendió con firmeza la soberanía de su país frente a la naciente Unión Europea.

En cualquier caso, su figura ha pasado a la Historia por méritos propios; con aciertos y con fallos, como todos, pero con un coraje y una visión de estadista que muchos de muy distinto signo político al suyo se han encargado de airear. Descanse en paz.

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