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La democracia no es eso

Entra Rajoy –buen diputado cervantino y mal presidente- al trapo negociador que le ha tendido un Artur Mas que surge ahora como el espíritu santo de la tercera vía. Ya casi parecemos británicos en un momento en que éstos se comportan como españoles, Brexit mediante: primero votando «no» por pataleta y vanidad con el empujoncito de unos políticos que al minuto reconocieron que mentían, para pasar al lloriqueo del yo en el fondo no quería, y aparecer Blair, con cierto cargo de conciencia y la excusa perfecta, hablando del “derecho a cambiar de opinión” ahora que ya no están tan desinformados. El primer error ha sido tratar un problema complejo buscándole opciones simplistas, sin información, sin desarrollo, sin matices. El segundo, tratar el tema desde un punto de vista emocional. El triunfo del Brexit vendido para recuperar la grandeza y diferencia del Reino Unido va en la misma línea que la victoria de Trump y las tesis nacionalistas en general sean en Rusia o en Cataluña.

Han derivado las democracias en un simple votar dirigido, cada cuatro años, a candidatos elegidos previamente por una que llaman élite y que paradójicamente no son los mejores. El futuro de las democracias, como no se reconduzca el concepto, será el de caer en autoritarismos blancos o populismos paternalistas. Pensar en global y actuar en local debe ser la clave, pero sobre todo actuar y no quedarse mirando.

Ha calado tanto entre los elegidos por las urnas que sólo eso del voto es la democracia, que una vez elegidos deciden gobernar a base de decretazos –Trump-, caciquismos varios –rellene usted el nombre de un Ayuntamiento, qué hay para elegir- o eso tan chusco en España de que si ganas unas elecciones te purificas de todas las ilegalidades anteriores con esa frase cateta de que el pueblo ha hablado o ha elegido.

Ad latere. No me extraña que Rajoy se ofreciera como interlocutor de Trump con Hispanoamérica, si somos unos pioneros de la nueva política, todos unos influenciers, y no sólo en Reino Unido. Vean ustedes las elecciones en Ecuador. Los hay que se quejan de que hay muertos que son capaces de votar y eso debería ser como una democracia divina, como el summum de la democracia; claro que eso también ocurría en la Galicia de Fraga aunque no era lo mismo, eso sólo eran cosas de meigas.

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