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La Duquesa Roja

Víctor Vázquez

Ha muerto la Duquesa Roja, Luisa Isabel, la Medina Sidonia. Terrible, enjuta, cuarenta kilos de piel sobre hueso encendiendo un cigarro sobre otro. Veo fotos de la última visita de Lourdes Allende a su retiro en Sanlúcar de Barrameda hace apenas unos meses. Allí está, siempre entre legajos con jersey también rojo. Quería dar una fiesta para despedirse de los amigos antes de que la soga del cáncer de pulmón apretara su nudo. No le ha dado tiempo: una pulmonía se la ha llevado por la vía rápida evitando la letanía de sufrimientos que le esperaba.

Su último y enorme retrato, por Ginés Liébana, se exponía por primera vez en Cuenca el pasado once de marzo y en un mes lo recibiría, tras la clausura de la exposición. Tampoco le ha dado tiempo. La vida nunca nos da el tiempo que necesitamos; aunque a veces sí, pues tres días antes de su muerte se casó con su secretaria y ángel en forma de sombra, Lilliane Dahlmann, una germánica que Ginés ha retratado, en el mismo cuadro, de pie, casi militarizada, acerada y fría, de mirada azul hacia el horizonte, y siempre detrás de la duquesa.

El ex marido, muerto pocos días antes que ella, hizo una jugada de palo parecido casándose con el ama de llaves. Los vástagos trinan en varios idiomas y se quedan blandos frente a la dureza de la Medina Sidonia que pasó de recibir a la hija que se le acercó en sus últimos días buscando con falsa complacencia, parte de la herencia. Ahora empezará el cristo judicial en pos de los duros; desde luego un cristo harto mediocre si lo comparamos con el de estilo gótico que poseía. Realmente espectacular.

Alguien como la Duquesa Roja sólo puede surgir en un país como España, quizá Italia. Dos países bañados por cierta locura de mediterranías que les da una mezcla de  dureza surrealista y sobriedad hedonista. Menuda y arrugada de sólo alimentarse de pergaminos y mermeladas caseras con su ristra de títulos al cuello, entrullada por Franco por rebelde, exilios, juicios por lo militar, escritora casi comunista: La huelga. En definitiva, contradictoria y rebelde, una aristócrata medio anarka a la que bautizaban roja mientras daba su voto al Pepé en el noventa seis y republicana a quien el Rey le ha dado la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en la última tanda toledana.

Incómoda hasta para los libros de texto por aquello de la memoria histórica anterior a la Guerra Civil -que también existe y si no que se lo digan a los americanos del sur que aún se les hincha la vena con aquello del imperialismo español- con las teorías de Luisa María al respecto de Cristóbal Colón y sus descubrimientos más que dudosos por tierras lejanas. Teorías que pueden tener mucha chicha dado el volumen y la calidad del archivo que maneja y que, sospecho, aun está por explotar; pudiendo soplarle en la nuca al de Simancas más de los que a algunos les gustaría.
Posdata: Ya hay libro a punto explicando todo el entramado de los follones Medina Sidonia patrocinado por los hijísimos a cargo del cuñado rebelde de Esperanza Aguirre. A saber…

 

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