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La fiesta de la democracia

Luis Miguel Boto

 

En los últimos meses, estamos siendo testigos de la lucha de millones de personas en países del Magreb (Túnez, Egipto y Libia), y de Oriente Medio y el Golfo Pérsico (Yemen, Barheim, Siria), para tratar de alcanzar un régimen de gobierno democrático, basado en el respeto a las libertades individuales y a los derechos humanos. Se está produciendo una lucha de sus sociedades civiles en las que, miles de participantes en los movimientos de oposición pacíficos, ponen en riesgo sus vidas para poder acceder al derecho de elegir con sus votos a sus  gobernantes.

En España, tenemos el privilegio de disfrutar de un régimen democrático y de libertades desde hace más de treinta años, por lo que nos puede parecer que la democracia es consustancial a nuestra vida y que, en consecuencia, pervive y se desarrolla con una vida propia al margen de los ciudadanos.

Nada más lejos de la realidad. La musculatura sólo se desarrolla con el ejercicio físico, y la inteligencia analítica con la actividad intelectual, el aprendizaje y la reflexión. La democracia, al igual que las anteriores cualidades, pueden tanto seguir desarrollándose con el ejercicio y la práctica regular, mantenerse con una práctica esporádica, o debilitarse hasta agotarse, en los casos de inactividad crónica.

Es, por lo tanto, una responsabilidad indelegable de cada uno de nosotros el ayudar a que la democracia en España continúe fortaleciéndose y enraizándose en nuestro tejido social. ¿Cómo?: En primer lugar, interesándonos, como ciudadanos, en los “asuntos públicos”, siguiendo la información sobre los que pueden afectarnos y sobre los canales que los diferentes niveles de la Administración del Estado -Local, Autonómica y Central- ponen a nuestra disposición para hacer llegar a los gestores públicos nuestras sugerencias o reclamaciones sobre la gestión realizada, bien de forma directa o, indirectamente, a través de asociaciones ciudadanas o de entidades establecidas a tal fin como los Consejos Territoriales.

En segundo lugar, utilizando de forma habitual, los canales existentes para llegar a nuestros administradores electos.
En tercer lugar, analizando al final de cada legislatura, en base a datos y hechos concretos, tanto la gestión realizada por los equipos de Gobierno salientes, como los programas electorales sometidos a los ciudadanos por las diferentes opciones políticas, para solicitar su confianza en las elecciones. Este análisis debería hacerse al margen de las emociones y de los prejuicios, no votando “en contra de” sino “a favor de”, en positivo. Dicho análisis,  debería incluir “la letra pequeña” de los programas, para poder detectar las profundas diferencias existentes entre programas de organizaciones políticas que, en principio, pueden parecer similares.

Con esto quiero decir que el día de las Elecciones debemos ir todos a reforzar nuestra democracia acudiendo a votar, conscientes de que cada voto es importante y que cada uno de nosotros somos depositarios de una fracción indelegable de la Soberanía Popular. Por nuestro propio beneficio y como homenaje a todos los ciudadanos anónimos que luchan y que han luchado a lo largo de la historia, por el advenimiento, la consolidación y la difusión de la democracia, el próximo 22 de mayo debemos ejercer este derecho, por el que, actualmente, en varios lugares del mundo, hay ciudadanos que están perdiendo su vida.
 

 

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