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La prensa y sus diablos

Víctor Vázquez

Ocho meses ha tardado Rupert Murdoch en recoger las cenizas del News of the World -recupera dos docenas de periodistas- para montar un nuevo dominical que acompañe al otro bodrio de su propiedad: The Sun, también envuelto en la misma ciénaga de sobornos a policías y demás carajas. Está visto que no han sido capaces de pararle los pies en serio al australiano y seguirá con sus demagogias y bravuconadas de adolescente con carencias a pesar de sus más de ochenta años.

El News of the World fue el pionero, desde finales de los sesenta, de toda esa casquería pasada por imprenta que vive de lujo a golpe de millones de ejemplares vendidos a ambos lados del Atlántico. Los mismos carroñeros, da igual la cabecera y el dueño, que en Estados Unidos han publicado la fotografía de Whitney Houston metida en la caja, bella, eso sí, como una Nefertiti tostada por los mejores soles. Los mismos que sacaron antes a Lennon o a Elvis. Los mismos que han sacado a Michael Jackson en la mesa de las autopsias con los huevos pixelados. Confunden información con morbo bajo la excusa de que es lo que la gente demanda -ya saben, Panem et circenses-, pero luego para lo que les conviene -ellos sabrán la razón- son más papistas que el Papa y pasan de escudarse tras la libertad de expresión para meter de todo en el saco, a vetar como ha hecho Tele 5 con la periodista Pilar Eyre -que sinceramente no es santo de mi devoción- por su interesante biografía de la Reina Sofía.

Si en Londres contra-ataca Murdoch con Aznar de asesor (?) y fichando a Mourinho de columnista, en España cierra Público: un periódico que, independientemente de ideologías y sin hacer astillaje del naufragio, dejaba bastante que desear. Que la mayoría de las personas con las que lo he comentado destaquen la calidad de sus colecciones por encima de cualquier otra cosa, es revelador. Público era prensa de transición para los destetados con el 20 Minutos que querían algo más, pero sin llegar a El País o El Mundo, pues el gusanillo no era para tanto. Fotos grandes y poca chicha. Sorry.

Pero pasemos a lo serio, al periodismo de raza, y dejemos los fuegos de artificio, los egos y las censuritas. Han matado en Siria a dos periodistas: Rémy Ochlik y Marie Colvin, la Keith Richards de los corresponsales de guerra, de esa vieja guardia que siempre ha sacado la crónica leyendo en los ojos de las víctimas y de enfrentarse a la verdad con una diana en el pecho que dice prensa en su justo medio. Cambiaré hoy la ginebra por el vodka y brindaré por ti. Ciao bella, y gracias.

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