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La unión hace la fuerza

Reconozco que me sentí exultante cuando España, por segunda vez consecutiva, fue campeona de la Eurocopa. Frente a tanta portada de periódico y de telediario con noticias negativas sobre nuestro país, nuestra victoria contra Italia la recibí como agua de mayo. Al día siguiente, el centro de Madrid volvió a teñirse de rojo para homenajear, una vez más, a la selección española de fútbol. Lo que hace cuatro años, tras el primer éxito en la Eurocopa, era algo inédito, hoy parece una costumbre.

La prensa española rindió un merecido homenaje a la selección española, que frente a Italia logró un triplete inédito de títulos y coincidió en calificarla de "eterna" e "invencible" tras el "triunfo histórico" que consiguió en Ucrania.

Ha habido multitud de declaraciones sobre dicho triunfo, pero, de todas, la que hago mía es la del presidente de la Federación Española de Baloncesto, José Luis Sáez, quien apuntó como ingredientes de nuestro éxito “el anteponer el interés colectivo al más mínimo ego individual y poner el talento personal al servicio del equipo de forma incondicional”.

Cuánto deberíamos aprender en otros órdenes de la vida de lo que hemos visto estos últimos días. Una serie de futbolistas, que no hace tanto se encaraban entre sí, con atisbos de enfrentamientos que excedían los verbales, buscaron un objetivo común, olvidándose de rencillas pasadas y luchando todos juntos, sin personalismos, intentando dar a su país el mayor hito futbolístico de la historia. Concentrarse cuando el otro se dispersa es uno de los principios que Sun Tzu explica en El arte de la  guerra y eso es lo que hemos hecho. Trabajando juntos, sin fisuras, porque en caso de tenerlas ya se encargarían nuestros adversarios de aprovecharlas para intentar ganarnos; y los resultados han demostrado que no lo han conseguido. Esto vale para el fútbol y para cualquier orden de cosas.

La política mediática actúa, en ocasiones, como el cerebro de un reptil, a saber, poca memoria y actos reflejos. Y algo parecido se vio al principio del torneo, cuando no pocos medios de comunicación ponían en entredicho a nuestra selección y al olor del triunfo transformaron sus críticas en albanazas de forma camaleónica.

Cuando llevamos a cabo un experimento en un laboratorio y luego podemos repetirlo en las mismas condiciones y los resultados son similares, de esta experiencia extraemos reglas y conclusiones. Por el contrario, cuando intentamos obtener unos resultados previstos, y en ningún caso logramos esos resultados, la conclusión obvia debería ser que la premisa científica estaba equivocada. La reflexión es evidente: trabajemos juntos, con esfuerzo, olvidándonos de rencillas pasadas y luchemos juntos por sacar adelante un objetivo común porque así el éxito estará asegurado. Quien tenga oídos que oiga.

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