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Lenguaje pervertido

Con la política se da por hecho una pauta muy peligrosa similar a lo que también aceptamos sin rubor en la publicidad: vemos como normal que la exageración supere las fronteras de la veracidad para instalarse en lo falso o en lo que es rotundamente mentira; algo que se agrava en campaña, ya sea electoral o navideña, donde casi todo está permitido. De vergüenza es todo este trampantojo de periodistas preguntando a los políticos y ver a estos, sin cintura verbal, repitiendo su mantra como los loros que poblaban los burdeles de Alejandría y, claro está, sin contestar. Penalizada con purgantes tenía que estar esa coletilla inicial de «Yo lo que le digo…» para iniciar la verborragia de la respuesta a lo no preguntado y meter el lenguaje en espirales.

La clave para la comunicación política, si uno no es Churchill, es tener bien desarrollada la bipolaridad, una cara de palo donde no te cambie la mueca ni una patada en los huevos, los siempre necesarios palmeros y la poca memoria que desdibuje los pasos anteriores. Para nota son esas palabrejas, en apariencia inocentes, que lo trastocan todo y se van metiendo aquí y allá al despiste. Así, en estos días, y por poner un ejemplo, cavilaba en voz alta Urkullu para El País: “Siempre ha sido una realidad en Euskadi la búsqueda del acuerdo…”Lo dice al hilo de una soberanía compartida. «Siempre» es sin duda pura perversión del lenguaje. Continuamos: “La izquierda abertzale debe tener la osadía de decir que matar estuvo mal…”Osadía fue la defensa sin violencia de una creencia –equivocada o no- frente a la plomada. ¿Estuvo mal? Venga, infantilicemos el asunto como cuando el niño se mea en la piscina.

Se utiliza el lenguaje como se utilizan las estadísticas en el mundo virtual en el que vivimos. No para reflejar la verdad si no para vender «mi verdad». Claroscuros que estaría bien si uno fuese Caravaggio o Cortázar, tan dado a cambiar el foco de sitio, pero no un político. La verdad es una, aunque compleja y casi imposible de aprehender en su totalidad, y todo lo demás son opiniones y parcialidades que no deberían vendernos como pildorazos de lo absoluto. Y es la creencia en todas esas perversiones virtuales tratadas como realidad las que al final consiguen imponerse, como esas empresas de éxito hechas de puro cartón / contabilidad creativa.

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