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2015, el año del cambio

Hay años en lo que gira la historia, cuando salen a la superficie transformaciones sistémicas que llevaban cultivándose, en silencio, mucho tiempo. ¿Está a punto de vivir la política madrileña un cambio semejante, que se plasmaría en las elecciones municipales y autonómicas de mayo?

A poco más de cuatro meses de los comicios, contestar esa pregunta con rotundidad es temerario. Pero todo parece indicar que nos acercamos al fin de una era. Esa sensación se enmarca en los nuevos tiempos que vive la política española, algo que se ha hecho evidente en este 2014 y que tiene su mejor resumen en el modélico relevo en la Jefatura del Estado.

En Madrid el partido que represento, UPyD, va a ser, según todas las encuestas y los resultados electorales de los últimos años, fundamental. Y evidentemente no podemos decir qué va a pasar, pero sí somos muy claros en lo que vamos a ofrecer a los madrileños.

Ofrecemos una hoja de servicios con cero imputados en el partido en más de siete años de historia, y una trayectoria de lucha incansable contra la corrupción, dedicando tiempo, recursos humanos y dinero para una tarea en la que otros sólo aportan palabras y mucho marketing. UPyD es el partido que ha llevado a los tribunales la gestión de Bankia, entre otros casos, lo que ha permitido denunciar y poner coto a prácticas tan deleznables como las tarjetas black.

Ofrecemos también nuestra labor como oposición en el Ayuntamiento desde 2011. No hemos hecho amigos, y muchas veces nos hemos quedado solos, pero siempre hemos actuado pensando en los madrileños. Por eso dijimos no a la candidatura olímpica, por eso renunciamos a los coches oficiales, por eso hemos denunciado los recortes sociales mientras nos negábamos a condecorar, como si hicieron PSOE e IU, al alcalde Gallardón, cuya pésima gestión económica nos ha llevado a una deuda de 7.000 millones de euros. Nos hemos podido equivocar, pero siempre hemos tratado de ser honestos con nosotros mismos.

Ofrecemos una forma diferente de hacer política, sin demagogias ni populismos, con contenido. Conocemos la ciudad y el Ayuntamiento, no nos movemos por proclamas ideológicas. No hemos venido aquí para contar a los madrileños una película de buenos y malos, sino para tratar de aumentar su calidad de vida.

Con estas premisas afronto 2015, un año en el que, ni más ni menos, voy a pedir a los madrileños que me den su voto para ser alcalde. Madrid es una ciudad maravillosa, una potencia económica, la capital de un gran país, el epicentro de una cultura universal. Madrid merece pasar página de unos años grises, y puede hacerlo a partir de mayo. Así sea. Que tengan un muy feliz 2015. 

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