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Navidades de Carnaval, enero de Cuaresma

Juan Julián Elola

Me enteré, con cierto estupor, de las críticas que Esperanza Aguirre había realizado a la Cabalgata de Reyes del Ayuntamiento de Madrid, por considerarla más propia de un desfile de carnaval que de una celebración católica. Entiendo ese reproche como un encuentro más, dentro de los desencuentros que tiene la Comunidad de Madrid con el Ayuntamiento de Ruiz-Gallardón. Un episodio más de esa lucha de posiciones que mantienen en su partido. Es posible que se haya guiado por aquella mención al triunfo de Doña Cuaresma, “la del gesto agrio y estricta conducta”, que realizó el Alcalde el año pasado. Una Doña Cuaresma en la que muchos identificaron a Esperanza Aguirre. 

Por mi parte, sólo recordarle a la Presidenta que todos esos tópicos que aplicamos a la Navidad: las luces, el muérdago, las bolas, el árbol, las campanas, incluso los propios Reyes Magos y la Cabalgata, son realmente muy recientes. Algunas, incluso exportadas durante el siglo XX. Por no mencionar a Papá Noel. La Cabalgata de Reyes no es más que un evento diseñado para el disfrute de los niños. Y ese papel creo que lo cumplió. Las caras de ilusión de los más pequeños muestran que estaban viendo lo que ansiaban ver, aunque tal vez alguno se preguntara dónde estaban los camellos.

Sin embargo, sí parece cierto que las navidades, además de la Cabalgata de Reyes, se han convertido en el verdadero Carnaval de nuestros días. Esas fiestas están más cerca del culto a Don Carnal que antaño se celebraba en febrero, que de la tradicional celebración de hace algunos años. No se celebra ya el “tiempo de carnestolendas” como se festejaba antes. Tampoco la Navidad es lo que era. Y mucho menos la Cuaresma. He vivido años en los que a muy pocos se les ocurría salir en Nochebuena, salvo a la Misa del Gallo, y tampoco se vivían demasiados excesos salvo, quizás, la noche de Fin de Año. Ahora, la entrega a los placeres mundanos, al consumismo y a todo tipo de abundancias y excesos es muy propia de estas fechas. 

Y si las navidades se rinden a Don Carnal, el mes de enero representa, en todos los sentidos, el verdadero triunfo de Doña Cuaresma. En el plano económico por supuesto, con la notoria “cuesta de enero”. Pero en otros muchos aspectos, los madrileños nos entregaremos durante algún tiempo a sufrir privaciones de forma voluntaria. Tabaco, comidas copiosas, fiestas, alcohol, disminuyen estos días. Tal vez sean los cuarenta días que la tradición marca a la cuaresma cristiana, aunque todos nos prometemos que va a ser mucho más tiempo, y muy pocos son los que aguantan siquiera esos cuarenta días. Sólo que esta vez no nos mueven motivos religiosos sino la sana intención de “compensar” los abusos realizados durante las fiestas.

A los tiempos de exceso y desmesura, siguen días de ayuno y templanza. ¿No es esta realmente la versión actual de la eterna batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma? Aunque ahora guiados por los grandes almacenes el uno y por los centros de estética la otra. Como digo, una versión moderna.

En realidad, Don Carnal ha sido derrotado de nuevo este 7 de enero pero regresará en el próximo puente de la Constitución, redobladas las fuerzas y superada (o al menos atenuada, esperemos) la crisis ¡Viva Don Carnal!

 

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