Me sorprendió cuando descubrí, no hace tanto, que News of the Wold pertenecía al grupo de comunicaciones de Murdoch. Soy un pardillo. Lo sé.
Recuerdo que en Londres, hace tres o cuatro años, hice un ranking de prensa para ver lo que por allí se cocía. Los periódicos ingleses -al igual que los propios ingleses- son capaces de lo mejor y de lo peor. Seamos incorrectos: los ingleses son unos seres que, o juegan al exquisito cricket y leen a Thomas de Quincey y por él a los grandes griegos, o son auténticos hooligans asilvestrados. Reconozco que conozco muchos más de estos últimos y en el fondo los adoro. Mis salvajes… No les gustan los españoles pero las inglesas nos adoran. Sólo les pido que no me intenten acuchillar cuando beben. Tampoco es tanto.
Pero volvamos a la prensa. Si The Guardian es uno de los dos o tres mejores periódicos de Europa y The Financial Times el gran entomólogo de la prensa económica, encontramos por su filo inverso al tremebundo dominical -difícil encontrar un adjetivo- The Sun. Dos millones en ventas los domingos hacen que sea un bombazo el que le echen lápida encima; no nos engañemos, vivimos en un mundo atiburonado donde ‘la pela es la pela’ y para los idealistas es imposible ganar: la bolsa y la vida es lo que nos piden mientras damos tumbos por encontrarle un sentido al día a día, sorprendiéndonos por encontrar una esperanza en el simple café que nos activa la sangre a primera hora.
A ver si me centro -son las cosas de escribir bebiendo ginebra-. Trataré de volver al asunto, aunque sea perdido entre hielos influenciados por el enebro, y esta vez hacerlo por el sótano. Sin duda News of the World es insuperable en lo que a profundidades se refiere y no sé de “que superar un límite” hablan ahora por unos pinchazos de teléfonos y unos policías comprados. ¿Acaso no es lo llevan haciendo cincuenta años? Tiro en parte de memoria y en parte de fetiche para recordar el caso en el que algunos Stones pinchados por el periódico fueron vendidos a la Policía a cambio de estar en la redada; y eran los finales sesenta. La verdad es que es una pena que cierren cabeceras centenarias, y hemos visto unas cuantas en los últimos años, pero que quieren que les diga…
Ad latere. Y por seguir con la incorrección: como me gustó la perra de la Brooks, esa tarántula pelirroja que dirigía el cotarro, cuando yo bebía pintas al despiste en el Coach and Horses (29 Greek Street) y ella entró con la seguridad de quien abrasa el pavimento. Para cumplir los cuarenta debía de estar; y para morderle el muslo, también, pero periodismo: NO gracias.