El asunto engordó y hasta celebrar un nuevo referéndum en Cataluña (Rajoy como Presidente había permitido otro en 2014). Después una Declaración de Independencia revocada 8 segundos después en la misma intervención de Puigdemont. Esta acción exigió la intervención de Rajoy que, saliendo de su comodidad y con el apoyo sin matices del PSOE, desposeyó al Parlamento Catalán de sus funciones aplicando el artículo 155 de nuestra Constitución.Hubo más sorpresas. Poco después el Partido Popular era culpabilizado en un juicio por corrupción. Tras esa sentencia el PSOE se sintió obligado a presentar una moción de censuraque, de manera imprevista, triunfó.
En esas circunstancias tan complicadas,con malabarismos, Pedro Sánchez toma el gobierno con 85 diputados de los 176 que se precisan para tener mayoría. Ocho meses después las mayorías parlamentarias giran otra vez y los votos catalanistas se suman a los del PP y Ciudadanos para volver a tumbar un gobierno, ahora el de Pedro Sánchez. Hemos asistido por medio a la consolidación del voto a Vox, que se declara en la línea de los movimientos ultraderechistas europeos.
Nunca usaré gratuitamente la palabra fascista. Hoy la mayor parte de las personas que apoyan a Vox no son fascistas. Pero dado que el Partido Popular y Ciudadanos declaran abiertamente que no van a apoyar ningún gobierno donde esté el PSOE, peroreconocen que no van a tener reparos en pactar con Vox (ni los han tenido en Andalucía) resulta oportuno que cada uno analice sus prioridades. Por ejemplo, que 10 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas el mes.
Se puede alegar que hay más asesinatos, pero la frecuencia y características de estos merecen un trato especial. Que ligar la subida de las pensiones al IPC supuso en eneromás de 80 euros mensuales a jubilados a los que en 2018 se les subió menos de 1 euro. Que no parece acertado devolver el poder al Partido Popular, con el que Villarejo dice que colaboró destruyendo pruebas de sus corruptelas; destrucción que originó incluso el tremendo incendio del Windsor.
La situación no será sencilla. Son difíciles las mayorías estables y en España no estamos acostumbrados aún a los acuerdos. Por otro lado el independentismo catalán no quiere dialogar, y se encuentra más a gusto con los que tampoco quieren tender ningún puente. Aunque no pueden dar abiertamente su apoyo al PP, tampoco apoyan al PSOE para no tener que explicar su negativa a dejar de gritar y pedir imposibles.
En conclusión, buen momento para reflexionar y hacerse oír con el voto. Hemos visto en varias ocasiones, especialmente con el Brexit inglés, qué sucede si, dando por hecho el resultado, una parte de votantes no acude a las urnas o vota pensando que todoestá decidido. No os dejéis llevar por encuestas; no os fieis; votad.
