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Abusar de los pequeños comercios

Termina la época de las rebajas de enero, y con ella vuelven a caer las ventas de los pequeños comercios que alegran y adornan nuestras calles, las calles de los barrios.

Es seguro, viendo los resultados de otros años, que muchos pequeños comercios cerrarán ahora. Han aguantado, lo justo para poder sacar en las rebajas algo del stock que mantenían, y ya no pueden más. Es el sino de las tiendas de barrio y todo somos culpables.

Nos quejamos, pero ninguno hacemos nada por cambiarlo. Nos inclinamos a comprar por Internet, o en los grandes centros comerciales, y dejamos de lado a los tenderos que nos han tenido siempre la puerta abierta. Esas puertas abiertas, esa atención, forman parte de la misma naturaleza, de la intención, del que pone una tienda. Porque aunque muchos no se hayan fijado, tendero, tienda y atender son palabras que proceden del mismo término latino, y se refieren a estar orientado hacia alguien.

Cuando una persona abre un negocio al público, después de esa inversión se imagina “atendiendo” a los clientes que vienen a visitarlo. Conoce los productos con los que va a trabajar, y disfruta pensando cómo se los va a explicar a los interesados, muchos de ellos con seguridad además serán conocidos. Piensa informar sobre aquello que tiene, de lo que entiende y quiere vender. Y ahí ha surgido un nuevo tipo de abuso sobre estos pequeños propietarios de comercios de barrio.

Ya hace tiempo, pero cada vez más, hay quien utiliza sus servicios de manera desconsiderada. Gente que tiene intención de hacer su compra por Internet, pero claro, allí nadie te explica nada. La solución que encuentran es bajar a la tienda de la esquina. El tendero amablemente les contará todo lo que quieran saber sobre el producto que van a adquirir. Les informará, les aconsejará, les dedicará su tiempo. Y cuando las dudas estén aclaradas y el supuesto cliente esté ya encaminado a la decisión sobre su compra, dirá que se lo tiene que pensar, y se irá a casa con la información que precisa para orientar su compra en esa vorágine de productos que es Internet.

No sé si es algo que sucede sólo en Madrid, o es un mal generalizado. Desde luego, la impresión que me da es que está bastante extendido. Tampoco sé si es tan grave como la percepción que yo tengo, o si realmente es incluso peor de lo que a mí me parece. Pero sí que me parece una manera muy egoísta de tratar a una persona que intenta ayudarte. Eres libre de comprar por Internet, faltaría más. Pero si no quieres usar la tienda de tu barrio, por lo menos no abuses del tendero.

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