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Perdidos europeos

El problema de la Unión Europea ha sido su crecimiento horizontal, no prestándole casi nadie atención a su verticalidad, expandiéndose en su superficie sin estar asentada la raíz en la profundidad necesaria. Sin unión fiscal, todo son parches.
Por ejemplo: ¿cuándo entró Chipre en el euro? Pues con la crisis ya en pálpito y sin ver nadie su situación real: 50% engaño, 50% dejadez. Otro ejemplo: Merkel pide trabajadores a España antes de que sea total la libre circulación de trabajadores con Rumanía; lo que indica que algo se ha hecho mal. El parcheado para ir avanzando a toda costa ha sustituido a la idea de hacer las cosas a fondo. Nunca es el momento de parar para asentar lo que está sujeto con hilos; y de la marcha atrás ya no hablemos. La rapidez siempre ha sido la clave de los absurdos. Pero la cosa es seguir en la espiral y hasta es tema de debate en el seno de CIU el que si Bielorrusia está en condiciones o no de entrar en la Unión Europea. Cada loco con su tema.

No aprenden y ya se está con el percal de que Croacia está a punto de huevo para entrar. Y ya desde el 2005 se habla de Turquía como puerta asiática de la Unión Europea; un país más liberal en los 60´s que ahora mismo, cada vez más radicalizado y con record de periodistas entrullados. ¿Tan perdidos estamos? Erdogan, ante la movida interna que le sacude estos días y ante el toque de atención de la Unión Europea al respecto de la brutalidad policial, lo tiene claro: “Tampoco Turquía puede ser un país que pueda ser olvidado o mantenido esperando en la puerta”. Aviso a navegantes.

Por hablar, hay quien dejó caer en voz baja la entrada de Marruecos, vendiendo la pequeña diferencia, dicen, que es pasar de socio preferente a miembro… una nadería en la que los Derechos Humanos sólo dejan virutas.

Europa está moribunda de esclerosis, encerrada en su castillo decadente mirando a un pasado imposible, a un presente que no entiende y a un futuro en nebulosa. Si la solución es el populismo y el fuego de artificio vale la pena que cerremos el chiringuito, que baje la niebla y dedicarnos a fornicar como en el relato parisino de Boris Vian.

Ad latere. Monarquía terminal. Políticos de garrafón. Perversión del lenguaje: “Movilidad exterior”, Báñez dixit, barnizando una casi expulsión como si fuera una semana hortera de piscina en Punta Cana. Científicos que arrasando fuera y queriendo volver no los quieren ni de cajeros. ¿España o Espuñeta? El votar se ha convertido en elegir entre dos errores y así el futuro que nos espera es un precipicio. Vivimos en un país de cachulis de espíritu y pícaros sin literatura. Qué horror.

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