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Política

En estos tiempos en los que la “POLÍTICA” debería escribirse con mayúsculas, en los que debería ser más que nunca un noble arte ejemplarizante que ordenase y ayudase a los ciudadanos, da la sensación de que se la ha retorcido hasta hacerla abrazar minúsculas; de que la talla de las cuestiones de las que hacen que se ocupe no dan la talla; y de que no hay distinción moral entre medios y fines.

Existe un exceso flagrante de profesión frente a una gran escasez de vocación, y un denominador común que se resume en la voluntad de perpetuación en el poder, para construir torres de Babel prefabricadas a sabiendas de que se destruye hoy algo que no será recuperable mañana.

En las “grandes decisiones” que se adoptan cada día vemos a políticos que hacen que, con “sus políticas”, acabemos alejados de la “POLÍTICA”.

Pervierten algo noble y casi sagrado y lo devuelven luego desvirtuado en una suerte de trampantojo que, inevitablemente, conduce al hastío.

Me gusta pensar que la política municipal está aún lejos de esas zarpas, porque está más cerca de las personas. Funciona muchas veces como revulsivo frente a ese hastío del que hablábamos.

Gracias a ella se llevan a cabo proyectos tangibles orientados a la consecución de ese «Bien Común» que, ha de ser objetivo primero -si no el único- de la “POLÍTICA”, con mayúsculas.

Uno de esos proyectos edificantes es el de las Unidades Distritales de Colaboración (UDC) presentes en los 21 distritos de la ciudad.

Seguro que les reconocen por sus chalecos amarillos, por su buen hacer, por el cariño con el que desempeñan sus labores y porque mejoran nuestra vida cada día, normalmente, con una sonrisa.

Este plan está auspiciado por el Área de Coordinación Territorial, Transparencia y Participación Ciudadana que dirijo en el Ayuntamiento de Madrid, y a él acceden por libre concurrencia entidades sin ánimo de lucro.

Dichas entidades presentan proyectos en constante movimiento que complementan las competencias, necesidades y actividades de los distritos, al tiempo que fomentan la empleabilidad de colectivos vulnerables.

Las UDC activan -coordinadas con el Área y las Juntas Municipales de los Distritos- campañas para fomentar el uso responsable de los espacios interbloque, contribuyen a la difusión del comercio de proximidad, y promueven hábitos responsables en la gestión de los residuos.

También limpian y desbrozan solares sin uso, liberan pintadas de las fachadas de edificios municipales, acondicionan huertos urbanos en centros de mayores, retiran publicidad sexista de los vehículos… y un sinfín de actividades más.

Además, las entidades que desarrollan estos proyectos no dejan de actualizarse informándose sobre los lugares que precisan una mayor atención, escuchando las demandas del vecindario, y elaborando posteriormente un catálogo de actuaciones futuras.

Cada UDC se erige como peldaño de una gran escalera. Son testimonio de que cuando se trabaja pensando en el bienestar real del prójimo, de los demás, se traban sinergias beneficiosas para todos y de forma especial, para quienes más lo necesitan. La política utilitaria, la política sin corazón, no es «POLÍTICA».

Silvia Saavedra

Concejala del Grupo Municipal Ciudadanos

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