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Políticas de la imagen

Víctor Vázquez

Ha ganado Zetapé las elecciones en esta política de relámpagos que es la nuestra: nos han lanzado desde ambos lados flashazos absurdos en forma de medidas revolucionarias y casi milagrosas, para sumergimos, casi inmediatamente, en la oscuridad que da el desconocimiento de unos programas que se niegan a explicar o lo hacen a regañadientes y que nos pretenden, eso sí, aplicar como un purgante con letra pequeña.

Ya estamos acostumbrados a que la ideología tenga poco que ver con la política y toda medida es buena si la puedes meter en un buen caladero de votos, que para venderla y adecuarla a lo sentimental ya están los ingenieros del puzzle político. De la honestidad, mejor no hablamos. Nos venden ilusiones, como en el cine, pero con el detalle de que son unos pésimos actores.

Se dan cuenta ustedes de qué lo más banal ha copado el interés de los debates televisivos. Cuatro estupideces que no alcanzan ni lo secundario de éste han devorado la campaña; a la vez que ésta ha hecho lo mismo con el proyecto electoral. Siempre gana lo accesorio, lo que menos importancia debería de tener: entre el proyecto que debe ser lo más serio para decidir el voto y la demagogia de campaña, donde todo vale, siempre primará esta última. Y seguimos descendiendo: que si Rajoy llevaba maquilladora personal o la chaqueta desabrochada, que si a Zetapé le han metido una chuta de botox o le han afilado las cejas, que si los nudos de las corbatas o la talla de más en la camisa del presidente -trabaja tanto por nosotros que hasta ha adelgazado-. La última fue quién escribió la cursilada de la niña que soltó Rajoy poniendo cara de Winnie the Pooh y que no se han creído ni en la Disney. Victoria Esperanza: la nueva estrella mediática que ni siquiera existe.

La forma vence al fondo en una sociedad que vive permanentemente subyugada a la imagen: terrible dictadura, fábrica de infelices. Así nos va y nos irá cuando tiene más importancia lo que parece antes de lo que es. Y no sólo nos ocurre a nosotros: para ejemplo la foto de Obama en plan folclórico que se ha sacado de la manga la clintoriniana Hillary en un abuso de ignorancia que es como llamar imbéciles a los votantes. Aún se van a destrozar entre demócratas antes de empezar la carrera de fondo contra los republicanos para poner pica en la moqueta de la Casa Blanca. Con lo fácil que sería que todos nos lleváramos bien y nos hicieran un cuadro familiar tan hortera como el de Tita Cervera; eso sí, obviando el punto bwana que le dio la baronesa a su visión idílica de la esclavitud.

CODA: En estos días que releo a Alejandro Sawa he topado con un artículo de hace un siglo y unos días (28 de febrero de 1908) de Los Lunes de El Imparcial que se titula Los superhombres de la política. Transcribo: "Los hombres políticos son todos -es sabido- ambidextros, y ya lo prueban ellos usando con sus posaderas, a tour de rôle, las poltronas de todos los ministerios."

 

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