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Presupuestos corporativos

Intentando elaborar unos presupuestos con participación de la ciudadanía, el Ayuntamiento de Madrid ha desarrollado una distracción sin apenas preparación y de escaso contenido. Al final los ciudadanos, supuestos receptores de la acción, siguen ajenos e ignorantes a lo decidido podemos decir que a sus espaldas. Las cifras de participación podrían ser calificadas, de haber capacidad de autocrítica, de fracaso. En Vicálvaro, con cerca de 70.000 habitantes y casi un millón de euros a repartir, votaron 843 personas. La propuesta mayoritaria obtuvo 450 votos. Un 0,6% de los vecinos del distrito la apoyaron. ¿Participativo? Desde luego que no.

El colmo ha sido la aparición, con exacto formato y diseño, aunque cambiando el color, de carteles anunciando las reuniones, por un lado por el Ayuntamiento, y por otro por el partido gobernante, AhoraMadrid. Eso crea la confusión entre partido e institución que tanto han criticado, pero, más grave, dado que el Ayuntamiento paga por el diseño y la elaboración de los carteles que publica, ¿quién se los ha facilitado a su propio partido para que los copie, se ahorre un dinero y difunda como propio algo municipal?

Respecto a las propuestas, no parece mal nuevas instalaciones para la ciudad. Pero no encuentro en lo aprobado, supuestamente a iniciativa de los ciudadanos, respuestas a necesidades reales; instalaciones o servicios demandados por una multitud de vecinos. Y más importante ¿dónde están los grandes proyectos de barrio o de distrito? Por supuesto, ni rastro de un simple proyecto importante para la ciudad. Ni siquiera las asociaciones de vecinos, antaño entes reivindicativas imprescindibles, han ocupado su tiempo realizando verdaderos planes que puedan dotar a sus distritos o barrios de infraestructuras de calado.

Las propuestas reflejan la situación actual del Ayuntamiento de Madrid, preso de determinados colectivos que no representan los intereses de la mayoría de los ciudadanos, sino los suyos propios. Volviendo a Vicálvaro, la creación de un rocódromo, instalaciones para Street Workout, un circuito de Calestenia… dejan claro que se dirigen a un determinado grupo de personas muy concreto, y poco numeroso. No son grandes o clásicas demandas del barrio. Y los huertos urbanos, aprobados en casi todos los distritos, no dejan de ser un beneficio exclusivo para aquellos que participan en ellos.

Todo en plan “Y de lo mío ¿qué?” Se ha sustituido el interés colectivo por los intereses de los colectivos que han tomado parte. En Grecia contraponían al político, la persona que se preocupa de la polis, con el idiota, solo preocupado en el idios, lo propio (ensimismado diríamos ahora). Pues bien, esto ha sido un ejercicio de idiocia de colectivos, cada uno ensimismado en sus propios intereses. La participación ciudadana es sacar y atender al político que todos llevamos dentro.

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