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¿Qué hacer con el ‘Ecce Homo’?

Me parece una burrada el linchamiento que se le ha hecho estos días a una pobre anciana por los disparatados resultados obtenidos al tratar de restaurar a su manera el ‘Ecce Homo’, en Borja. Al menos, ella ha hecho algo, porque parece que a las instituciones, y en suma, a esa sociedad que ahora se muere de risa, no le ha importado demasiado en todo este tiempo el mal estado en el que se encontraba la obra artística.

Sólo ahora, después del desastre, nos echamos las manos a la cabeza, al tiempo que hacemos chistecitos malvados aprovechando el anonimato de Twitter. Por otro lado, resulta que ha aumentado el turismo en la localidad aragonesa estos días más que nunca, y además, se registran las mayores colas vistas por allí para fotografiarse con la pintura ‘restaurada’.

Así las cosas, me pregunto, ¿por qué se está hablando estos días de retirar el estropicio y sustituirlo? No sean tontos señores borjanos (o borsaunenses, que lo he consultado). ¡Si ha recolocado a Borja en el mapa! Dice el alcalde de Borja, Francisco Miguel Arilla, que gente incluso de otros países se ha acercado hasta allí “para ver lo que una anciana ha hecho con todo el cariño del mundo en una obra pequeña y sin valor que no está ni siquiera catalogada”. Si creen que puede ser un problema mantenerla en un lugar destinado al culto religioso y a las romerías, y que es poco serio, construyan un local-museo e instálenla allí (se puede a pesar de ser una pintura mural, como en el caso de las "Pinturas Negras" de Goya del Prado). En el fondo, la autora del estropicio estaba llena de fe y buenas intenciones, por lo que yo personalmente veo bien que se quede.

Precisamente, escuchaba hace poco a un sacerdote contar que en una fábrica de automóviles habían instalado en un lugar bien visible un vehículo que había sido enviado al concesionario con un agujero enorme, para que sirviera de ejemplo de lo que no se debe hacer. De la misma forma, también el ‘Ecce Homo’ de Borja puede servir de inspiración, porque resulta que no es la primera vez que ocurre algo así.

Tengo una prima restauradora en Salamanca. Me contó que en 2007 los trabajos de conservación del Archivo Histórico Provincial de Salamanca fueron confiados a una empresa llamada Limpiezas Rosa-Mary (el nombre ya permite hacerse una idea). No sé si será cierto, pero según la denuncia de una archivera local, y lo que se publicó en La Vanguardia, el 3 de noviembre de ese año, el resultado fue que se recortaron los bordes de las páginas de antiquísimos protocolos notariales, para igualarlos, mientras que las páginas de manuscritos ancestrales deterioradas fueron plastificadas, que al parecer es todo lo que se les ocurrió para que parecieran más presentables.

O sea, que no nos asustemos ahora y nos riamos de una buena mujer, a la que incluso han tildado injustamente de senil, y a la que le ha sobrevenido un revuelo mediático. Ella estuvo realizando su laborioso trabajo a la vista de todo el mundo y nadie le dijo nada.

Pero no hay mal que por bien no venga. Puede ser una gran atracción para Borja. A ver si me explico… El mundo está lleno de monstruosidades convertidas en grandes atracciones turísticas. Fíjense por ejemplo en la Torre Eiffel. Un amasijo de hierros de forma fálica que horrorizó en su momento a los parisinos cuando fue instalado para la exposición universal de 1889. Y sin embargo, resultó que aquel horror tenía su magnetismo, así que se ha convertido en símbolo de la ciudad. ¿Y la Torre inclinada de Pisa? Una gran cagada, sin duda, para hablar con propiedad, pero se ha hecho famosa en todo el mundo, y los alrededores están siempre llenos de tipos fotografiándose con la mano en el aire, para hacerse la tópica y cansina foto en la que parecerá que están sujetando la construcción. Dejen el "Ecce Homo" de Borja, no sean estúpidos.

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