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Qué más puedo decir

<>  es el título del último disco, cubanísimo, de Katia Márquez después de <>. Hablar de música y Cuba es siempre hablar de música en mayúsculas, de una tradición que es espina dorsal de cualquier cantautor y la influencia más interesante y expresiva del jazz desde que éste salió del gueto.

Es por eso un privilegio poder ver y escuchar de primera mano, sin sucedáneos ni intoxicaciones, a Katia: cubana y lírica, cargada de melancolía habanera pero también de esperanza y siempre celebrando.

Bolero, tango, guajira y son se entremezclan cargados de letras que son pura poesía, acompañada por los arreglos finos, finos de Danny Aguiar, un fuera de serie que además toca guitarra, tres y piano por las entretelas del disco. Katia lo explica de manera muy sencilla, simplemente le pide a su voz “que te cante todo lo que escribo.”Y para escucharlo, sólo hay que echar el freno en el Madrid de las prisas, en ese Madrid simultáneo que decía Umbral,  para encontrar en pleno centro de Chamberí una porción de tiempo lento y bálsamo (Clamores, domingo 1 de octubre).

La sabiduría cubana, que es siempre bella, suave y brusca a la vez, excesiva para algunas cosas, logra preservar aquí parte de su inocencia y en todo momento el idealismo. No sobra ni falta una nota, cada una es la punzada justa e imprescindible para aupar la palabra sin fuegos artificiales que la distraigan de lo que tanto quiere decir; un mérito pues meterle pólvora al virtuosismo sería un recurso fácil para estos músicos.

Siempre me pregunto en qué terminarán todos esos tarareos que le oigo a Katia buscando melodías cuando me la encuentro escondida con sus cascos por cualquier recoveco. Por fin lo voy a descubrir.

 

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