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Lo que pasa es que los ricos pagan poco

Desde el comienzo de la crisis Europa se ha sumergido en una vertiginosa espiral que nos lleva a un peligro real de ruptura social. Ante una situación de crisis importante, como la que vivimos, todos entendemos que es necesario disminuir los gastos del Estado, pero también se ha de incrementar los ingresos (vía subida de impuestos) para que el impacto sobre los servicios públicos no sea tan importante. Sin embargo los “recortes” han sido la parte fuerte del reajuste presupuestario, promovido por las autoridades europeas aunque con seguimiento destacado en nuestro país. Recortes que se han trasladado también a las empresas con unas políticas de reducción de salarios que en algunos casos rozan lo inhumano. En esta situación, las leves subidas de impuestos, principalmente sobre las clases trabajadoras, no han repercutido en un aumento de recaudación, por el aumento del paro y bajada de salarios (que hace que la subida 2 puntos del IRPF en las nóminas no tenga efecto) y por la reducción del consumo (que contrarresta el aumento del IVA). En conclusión: apretarse el cinturón no siempre produce el resultado deseado.

En los 80, Margaret Tatcher y Ronald Reagan consolidaron la teoría de que subir impuestos a los ricos es malo. No hay evidencia que pueda demostrarlo, pero han conseguido que el sistema fiscal vaya favoreciendo más a los más ricos, y que las rentas del capital tributen menos que las rentas del trabajo: trabajando pagas más impuestos que especulando. Los ingresos por la subida de 5 puntos en el IVA (del 16 al 21%) no ha compensado la bajada en el impuesto a los beneficios empresariales (del 35 al 30%) Y a eso hay que unir el fraude fiscal y las inversiones desde paraísos fiscales, lo que agrava aún más la diferencia.

El resultado es el que comentaba al principio: menos dinero en manos de las clases trabajadoras, por el paro, la disminución de salarios y el aumento de sus impuestos; empeoramiento de los servicios públicos por los recortes aplicados de manera sostenida durante unos años; más dinero en manos de los más pudientes que, en muchos casos, acaba en paraísos fiscales con lo que ni siquiera reporta en ingresos para Hacienda. Esto dificulta mucho su estabilidad a una parte importante de la sociedad, que es lo que está provocando esa conflictividad social que venimos padeciendo, y lo que ha favorecido el auge de organizaciones más radicales que la propia sociedad española.

No es que en España estemos alimentando a multitud de holgazanes o de organizaciones que viven del dinero público por medio de subvenciones y ayudas sociales (las “mamandurrias” que dijo Esperanza Aguirre) Es que la política fiscal que llevamos es insostenible y debe girar 180º.

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