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¿Quién protege a nuestros hijos de la televisión?

Juan Luis Sánchez

Diferentes personas corrientes de edades distintas, descubren por separado que poseen habilidades sobrehumanas. Algunos leen el pensamiento, otros mueven objetos. Les persiguen unos misteriosos tipos con traje. ¿Les suena el argumento? Pues no, no estamos hablando de Héroes. Por sorprendente que parezca ése es el punto de partida de una serie española que ha arrancado con buenos datos de audiencia, Los protegidos, cuyo título hace referencia a una película, también superheroica, de M. Night Shyamalan.

Se puede plagiar bien (Doctor Mateo es una evidente versión libre de Doctor en Alaska, y Acusados toma ‘prestados’ muchos elementos de Daños y perjuicios y ambas series funcionan). Pero no es éste el caso. Pronto, la serie deriva hacia los tópicos cañís y se parece mucho más a Los Serrano -con enamoramiento entre chico y chica que conviven como hermanos- que al modelo a imitar. Por supuesto está todo filmado con iluminación colorista en plan Manos a la obra, estilo ‘Pepe, mete más focos que se tiene que ver muy bien todo, que brillen los decorados’.

Cuenta con un actor estupendo como protagonista, Antonio Garrido, cuyo personaje no se parece en nada a los que ha interpretado para otras series, como Los simuladores o La chica de ayer

En principio, es loable que intente ser una serie concebida para el público familiar. Por eso los protagonistas pertenecen a diferentes rangos de edad, al estilo de Médico de familia. Les falta la ‘superabuela’ (aunque hay unos maduros caseros copiados de Los Roper y de Un hombre en casa), pero en general los personajes son de todas las edades, incluyendo niños gritones modelo Farmacia de guardia. Incluso los episodios intentan enviar reflexiones sobre algunos temas como la mentira, como si fuera una fábula.

Que uno entiende que las series tienen que reflejar la sociedad, y que los niños modositos de Verano azul no quedarían realistas hoy día. Pero se mire como se mire, no se entiende que si sus promotores pretenden que la veamos en familia, los protagonistas no paren de usar palabras malsonantes. Las superatractivas niñas adolescentes lucen sugerentes minifaldas, y juegan al strip-poker, como método para llevarse a la cama a uno de los protagonistas. Y los niños hablan de asesinatos sangrientos y cabezas que explotan. En fin, otro intento de rodar una serie familiar que yo no vería con mis hijos. Mucho protegido, pero a los pequeños nadie les protege. Apaga la tele y vámonos.

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juanluissanchez.blogspot.com
 

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