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Ratzinger vs Rajoy

Renuncia Ratzinger al papado poniendo en rebeldía al Espíritu Santo. Renuncia Ratzinger espantado de que el Vaticano, tierra de nadie, esté bajo ala de cuervo y él no tenga la energía para meterle un tirón al mantel y que caigan la mitad de las fichas del ajedrez. Si Benedicto XVI fuera español no hubiera dimitido por mucho barcenazo que le dieran; pero a Rajoy, en su papado reformista, se le intuye el gallego contemplativo y no el latín activo. Sólo actúa, fustigado por el sadomaso de la Merkel, para la jodienda de la tropa que es la que en realidad sostiene este país de trileros, este “estado subboliviano” –en palabras de Gala.

Mariano se ha mantenido quieto, a la espera de defenderse de lo que vaya viniendo pero, o anda noqueado como esos ratones que se quedan congelados ante la mirada de la serpiente antes de ser engullidos, o quizá no sea eso y este silencio que suena tan culpable es preferible a la que pueda venir si le tocamos los cascabeles a la bicha.

Se inicia un sálvese quien pueda y únicamente Cospedal y Ana de Palacio han empezado por el principio: denuncia. Barcenas dice que no es su letra y los peritos dicen ahora que en la prueba caligráfica retorció y cambio su letra habitual como un amanuense con imaginación, como el adolescente que se masturba con la mano dormida y se imagina que es la rubia de clase la que le da al manubrio. A lo mejor es lo que le pasa al duque con priapismo y es inocente: el que se la tocaba era el bucanero Torres. Es posible, teniendo en cuenta que la clave por estos lares es no enterarse de lo que ocurre delante de las narices y por lo tanto ser inocente, una variante del yo no sabía que había que pagar a hacienda de Lola Flores. El mejor ejemplo: Ana Mato; si miente es una lista a la que han pillado, si dice la verdad y no se entera de nada en plan borderline <<nadie ha ido a la compra pero la nevera está llena. Conclusión: voy a tomarme un yogur>> hay que sacarla de un Ministerio que, uf, seguro que tiene más habitaciones que su casa. A todo esto Rajoy, en vez de meterle puño a la mesa, se pone exquisito y suelta lo del “apócrifo”, como si de un Evangelio de los que salen en Cuarto Milenio, dando carnaza formal a los tertulianos que se enrocan con los matices de lo que ha querido decir Mariano, el hermético, en vez de entrar a varear el costillar de los pícaros.

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