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Las series españolas 2.0 y la escuela del teatro clásico

Si hay un sector que no ha dejado de crecer y auto reinventarse en los últimos años ese sin duda ha sido el de las series de tv. Hace pocos años (menos de los que parece) la producción de series de tv no dejaba de ser un nicho para actores que deseaban dar el salto a la pantalla grande o de viajes glorias del celuloide con necesidad de pagar facturas.

No es que la calidad de las series fuera baja (como no recordar productos como “Hombre Rico, Hombre Pobre” o “Raíces”), sino que el concepto de su creación era diferente, con un lenguaje y forma de producción propia. Pero sin duda en la última década las series de televisión han cambiado. Series como “TheWire”, y “Los Soprano” sin duda han marcado un antes y un después en la manera de entender la televisión… Se podría decir que las series han alcanzado su mayoría de edad.

Y España, por supuesto, no podía ser impermeable a esta evolución. Quizás el cambio pudo venir por la magnífica serie de Canal Plus “El Crematorio”, que mostro como era posible trabajar en otra clave y para otro público objetivo en la televisión. Aunque cierto es que se trataba de una ventana diferente a lo habitual al ser una plataforma de televisión de pago, sin duda fue el pistoletazo de salida a una nueva manera de enfocar estos productos.

Y así hace poco vimos la estupenda “Fariña”, serie trepidante, sin concesiones y magníficamente dirigida e interpretada, que ha sido un boom a todos los niveles, y que de mostro que no es necesario orientar tu producto a todos los públicos, que no es imprescindible buscar el clásico público generalista de la abuela y nieto, ni adolescentes a base de mostrar sexo y chicas dejándose querer.

Y así hace unos días se estrenó“La Catedral del Mar”, basada en la exitosa novela de Ildefonso Falcones. Producción de Antena 3, esta serie de 8 episodios se puede considerar una de las grandes apuestas de la cadena televisiva, contando con más de 2.500 figurantes, un vestuario y atrezo cuidadísimo, y grabada fundamentalmente en exteriores. Pero hay que señalar que el fastuoso despliegue de medios no es un fin en sí mismo, sino que está supeditado a un argumento y unos personajes.

Bien dirigida, con ritmo, un guion trabajado y con buenos interpretes puede ser el Fariña en versión histórica. Hay que resaltar que para esta serie se han escogido bastantes intérpretes que provienen del mundo del teatro, lo que sin duda ha resultado ser un acierto, dando un poso y un cuajo a la interpretación que quizás solo el mundo teatral es capaz de ofrecer. Actrices como la magnífica Nora Navas demuestran que probablemente no hay ninguna escuela de interpretación como las tablas de un teatro.

Así mismo hay que destacar a Eva Rufo, que en su papel de la malvada Isabel Puig da una clase magistral de interpretación con una excelente riqueza de matices, y en la que se puede ver su sólida formación y su dilatada experiencia en teatro clásico. Sus silencios y sus miradas son realmente expresivos, trasmitiendo a los espectadores desdén, odio, o la furia sin necesidad de alzar la voz. Sin duda, una gran actriz que debería tener continuidad en las producciones audiovisuales españolas. Porque si tenemos la suerte de tener una gran escuela para el teatro clásico, sería una pena desaprovechar los frutos que ella nos ofrece, como es Eva Rufo.

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