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Solo Blues

Solo Blues fue aquella revista mítica que en los lejanísimos años 80 –yo, un niño raro- mendigaba a los quiosqueros sin que supiesen de qué iba el paño. “¿Qué carallo falas ti dos nejros?” Y entiendo ahora que leo los cuadernos de mi tío Cheché, el beatnik de la familia, cuando se quejaba: “En Corme no venden ni El País, sólo La Voz de Galicia y El Ideal Gallego.”

Tengo que decir que conseguí un ejemplar de Solo Blues con Muddy Waters en portada. Todo un mérito viviendo en esa esquina tan atlántica para algunas cosas como es Coruña. Cien veces me la leí de arriba abajo y tenía marcado en un plano de Madrid con una cruz la calle Hileras. Ahí estaba La Coquette, que se anunciaba en la revista. Cómo no ir. Echaba cálculos también de lo que tendría que ahorrar para comprar alguna de las guitarras que ponían a la venta. Nunca salían las cuentas. Madrid era mi Chicago, pero Coruña no era mi Mississippi.

Cuando conseguí mi primera eléctrica, otro tío mío, casi escandalizado, me preguntó: “¿E ti queres ser jaiteiro?” En una síntesis asombrosa, todos los músicos son gaiteros al igual que todas las mujeres son ritas –por Rita Hayworth– aunque los primeros toquen la batería y las segundas sean feas como murciélagos.

¿Por qué escribo esto ahora cómo si hubiese mojado una proustiana magdalena en moonshine? Pues lo hago porque Solo Blues está resucitando y nos está dejando caer por España –casi Espuñeta- el Blues de verdad, sin edulcorantes ni confusiones.

Si hace unas semanas tocaba por primera vez en España el Reverend KM Williams metiéndole caballos de vapor al asunto y machacando acordes a ritmo de locomotora en el más puro estilo de las colinas, traqueteando la guitarra o metiéndole slide de profundidades a su didley bow; en breve vendrá Birdlegg, incendiario donde los haya para el que esperemos desaparezcan las sillas del Clamores, que por algo le llaman Blues Tornado. Por el medio se ha plantado Wallace Coleman en la misma sala, siguiendo la escuela de Little Walter y recordando a Robert Lockwood Jr., con un sonido tan redondo a la armónica que podía plancharte. Y por estos días que sale este artículo en tintas, ustedes busquen por los madriles, que andará entre sonidos pantanosos Lazy Lester, Lester el perezoso y poco después el gran Lurrie Bell. Solo Blues, pues eso.

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