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Tabarra catalana

Está de moda eso de ser presidente virtual. Lo inaguró Rajoy con las comparecencias sin preguntas al plasma y ahora Puigdemont nos sale con la versión flamenca para evitar barrote y tratar de internacionalizar lo que por otra vía ha sido imposible.

Quiere ser punta de lanza de la unidad independentista tras el interruptus del sí pero no, pero los de Sant Junqueras mártir no terminan de entrar por el aro. 

La CUP no reconoce las elecciones pero al final anuló la paella para presentarse. Sus concejales no hacen caso a las citaciones judiciales pues no reconocen la justicia española pero después esgrimen sentencias de ésta para escaquearse de ciertas cosas. Se les ha ido la coherencia de ser simplemente anti-sistema. Podemos está demostrando ser un cajón de sastre en las bases y el caminar entre dos aguas en Cataluña le va a suponer un palo que ni pintado por Goya cuando se tercie urna en el resto de España. Los socialistas siguen bipolares, como siempre y Ciudadanos sube como no podía ser de otra manera pues por muy constitucionalista que uno sea es difícil votar PP, sobre todo con un candidato como Albiol.  

Lo más sorprendente es que la polarización es ya tan grande que todo vale. Cualquier cosa que se diga es jaleada por la propia tribu sin un mínimo análisis para saber si es mentira o verdad. Independentistas o no, de derechas o izquierdas, uno de los mínimos que hay que pedir es honestidad a los políticos y que no sean unos trileros verbales. Y sí, resulta tragicómico que sea el PP el que estando en el Gobierno tenga que dirigir el 155 para exigir a alguien que entre en la legalidad con lo que ellos tienen dentro por el manejo de los dineros turbios y juicios en dominó.  

Desconfío de todos aquellos que simplemente se esconden detrás una bandera y de todos aquellos que simplemente rebaten una bandera con otra. A estas alturas, me toca desconfiar de todo el mundo aunque reconozco que me sorprende la candidez de muchos catalanes independentistas cuando se les pregunta por su futuro dentro de una república catalana y responden en gran número con una palabra: esperanza. Lo dicen de verdad y honestamente; otra cosa es saber hasta qué punto están engañados en sus expectativas pues lo que también resulta claro, visto emocionalmente desde fuera, es que los políticos catalanes que dirigen o han dirigido la vía independentista no han dicho la verdad en sus distintas variedades (mentiras, silencios, informaciones sesgadas o incompletas…) y han simplificado burdamente en que votar es democracia, así, sin más. Absurdo mantra-placebo.

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