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Transporte público

En Madrid disfrutamos de uno de los mejores sistemas de transporte público del mundo. La que posiblemente sea la más extensa de las redes de metro, moderna y con buenos vehículos, unida a una flota de autobuses amplia y en continua renovación, y ampliada por el tren de Cercanías. Y con una frecuencia de paso más que aceptable. La mejor con diferencia entre las que yo conozco, y pocas capitales pueden existir que compitan con nuestra ciudad. La malla se extiende a toda la región, pero es en la almendra central donde toma mayor densidad y se extiende casi por cada calle.

Pero seguimos con niveles de contaminación elevados, y las medidas propuestas para combatirla no suponen un mejor aprovechamiento o promoción de ese envidiable complejo de transportes. No puedo echar la culpa de la situación a Carmena, ni mucho menos, ni al protocolo contra la contaminación que ahora mismo tiene establecido el Ayuntamiento de Madrid. No olvidemos que es un protocolo que estableció Ana Botella, aunque nunca tuvo intención de aplicarlo. Pero sí es cierto que la medida de subir de forma importante el precio del aparcamiento en zona SER no parece que sea una medida que contribuya a nada más que al cabreo de los madrileños. 

Yo miraría, de manera urgente, cómo potenciar ese importante transporte público, en qué aspectos se puede mejorar, y dónde trabajar para que suponga una alternativa atractiva frente al transporte privado, mostrando sus ventajas pero, también, mejorandosus inconvenientes. Utilizar el metro no debe ser considerado un castigo o algo que se hace porque no se puede hacer otra cosa ¿Sabéis que en París el transporte público es gratuito cuando la contaminación se dispara?

El transporte público en Madrid tiene una pega importante: es caro. Salvo el antiguo bonobús, y su sustituto, el metrobús, de 10 viajes y con un descuento pequeño sobre los viajes individuales, no existe otra manera de comprar paquetes de desplazamientos que no sean el abono mensual. E incluso ese abono mensual cuesta bastante dinero, lo que supone que solo pueda ser provechoso si uno realiza muchos desplazamientos a lo largo del mes, por encima de los 50 viajes, dependiendo además de las demarcaciones por las que uno se mueva. Echo de menos, por ejemplo, esos billetes combinados para un día, o tres, o cinco, que son normales en muchas ciudades.

Por último quizá sea convenienteimpulsar, de alguna manera, el gran olvidado en las políticas de transporte público, que es el taxi. Contamina menos, colapsa menos las calles y, como añadido importante, no supone ningún añadido para la problemática del aparcamiento en Madrid. Sé que puede no estar bien visto, pero no lo desecharía sin pensarlo dos veces.

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