En diciembre de 2011 El Distrito publicó un artículo del que suscribe que llevaba por título El yerno del Rey. ¡Qué bueno es tirar de hemeroteca de vez en cuando para situar los acontecimientos que nos atropellan en el día a día!
La cuestión es que hace dos años Iñaki no había sido aún ni imputado…, en estos meses la cosa se ha ido esclareciendo, aunque todavía no esté condenado con sentencia firme. El problema es que todo lo que escribía entonces se agrava de forma exponencial al conocer la nueva imputación de la Infanta Cristina por parte del juez Castro, y las reacciones de unos y otos. Menudo circo mediático tenemos montado; puede llegar a ser la guinda del pastel de la corrupción. Y, ojo, porque lo más importante al final no es si tal o cual comportamiento es susceptible de condena con arreglo a alguno de los Códigos vigentes, sino que la corruptela y la falta de ética más elemental se han adueñado hasta de quienes supuestamente deben abanderar el ejemplo de una vida dedicada al servicio de un país. Máxime si ese país te lo da todo para que no debas preocuparte de tu sustento, y puedas dedicar todas tus energías al cumplimiento de tu oficio.
Si con Urdangarín la Casa Real cometió errores de bulto por no estar al tanto de lo que llevaba entre manos el susodicho, ¡cuánto más por no saber al dedillo las actividades económicas de su esposa, es decir, la hija de Rey! ¿Es posible que se produzca semejante falta de prudencia en una de las instituciones del Estado más importantes para el buen equilibrio del mismo? Con razón muchos se preguntan si ha llegado el momento de cambiarla por otra.
A Iñaki le quitaron de la web institucional y hace tiempo que no aparece en las fotos, ¿qué harán ahora los responsables de comunicación de Casa Real si la Infanta resulta condenada?
El artículo de diciembre de 2011 concluía con un “veremos dónde acaba todo esto”. Quizá el colofón perfecto para este de enero de 2014 sea un Que Dios nos pille confesados.
