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Ya no hay héroes

Hace escasas fechas el mundo estaba a la espera de que los dirigentes de Estados Unidos llegaran a un acuerdo para evitar el temido abismo fiscal. Yo no tenía ninguna duda, absolutamente ninguna, de que iban a llegar a un acuerdo. Y digo bien cuando me refiero a los dirigentes de Estados Unidos, no al Presidente. Los Demócratas y Republicanos son, primero, americanos, y luego representantes de sus votantes, pero por este orden. Y si su país necesitaba un acuerdo, sin duda alguna, tenían que llegar a él. Cuestión de patriotismo.

Desgraciadamente, al menos hasta la fecha, en España no hemos conseguido ese tipo de actitud. En la situación en la que estamos, lo necesario sería un acuerdo de una santa vez en materias que afectan a todo el país. A saber: política internacional, política económica, política territorial, educación, política institucional y social. Y política internacional, que se ha transformado en política interior . Y ese condicionamiento no se puede utilizar como arma arrojadiza porque el efecto boomerang puede ser desastroso.

En España, nuestro gobierno está luchando para salir de la crisis, a pesar del rechazo social, porque nunca será inconformista. Pero mientras haya partidos que lanzan el mensaje de que en cuanto lleguen al poder desandarán todas las reformas que con tanto esfuerzo se están implantando no avanzaremos. La madurez de un partido se nota cuando piensa primero en la gente más que en ellos mismos. Hay cosas en las que tenemos que estar de acuerdo los dos principales partidos de nuestro país y a partir de ahí hacer política.

Primero, entender el papel de la empresa como institución social, sin oscilar entre la hostilidad y la rivalidad que algunos partidos demuestran. La libre empresa es una pieza indispensable en cualquier sistema que quiera generar riqueza y empleo. El viejo discurso de los capitalistas malvados y los empresarios vampiros se ha quedado obsoleto.

Segundo, ha llegado el momento de impulsar sin complejos unas políticas que entiendan que han pasado los períodos en que las burocracias estatales eran el único o el mejor mecanismo para promover la igualdad de oportunidades. Hoy esa igualdad se defiende mucho mejor apostando firmemente por garantizar la verdadera libertad de acceso a todos a los mercados en igualdad de oportunidades: Educación pero no calibrando su calidad en la igualdad de resultados. Igualdad en la salida, pero entender y premiar al que más trabaja, al que más se esfuerza, en definitiva, al mejor.

Tercero: No se puede decir más con menos palabras: defender la integridad territorial de nuestro país.

Cuarto. La elegancia se la dejo al sastre: apuesto por los políticos. Sí, por los políticos. No me linchen. Es fundamental la necesaria supremacía de la política sobre la economía. A mi no me parece razonable excluir a nadie por su biografía más o menos cercana a la función política. Las personas con experiencia política pueden ser útiles. Alguna vez he tenido que responder a la pregunta ¿para qué estás en política? La respuesta es para mejorar la sociedad, pero desde las instituciones, desde la acción de gobierno.

Quinto. He dicho primacía de la política sobre la economía, pero eso no significa lo que la izquierda entiende: siempre habla de gastar dinero, pero olvidándose que primero hay que generarlo. Para que el sector público gaste un euro, un momento antes tiene que generarlo el sector privado y se lo tenemos que quitar. Por este orden y si no lo entendemos, mal vamos.

 

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