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Ya somos 7.000 millones

Luis Miguel Boto

Hace unos días hemos leído la noticia de que en algún lugar del mundo nacerá el humano número 7.000 millones. Parecen muchos, pero no tantos si tenemos en cuenta que todos cabríamos en un cuadrado cuyos lados tuvieran la distancia que hay entre Madrid y Toledo.

El problema es que, al ritmo actual, en el año 2100 seremos 10.000  millones, y que el 97% del aumento se producirá en Asia, África, Latinoamérica y el Caribe.  El verdadero reto demográfico no es cuántos somos, sino cómo.

Tenemos la obligación de dar a todos estos nuevos habitantes de nuestro planeta la posibilidad de tener una calidad de vida digna. Los datos nos dicen que en los años 60 Asia era más pobre que África. Actualmente Asia mejora, África empeora, de forma que prácticamente la mayoría de los pobres ya no está en Asia, continente que gracias a las políticas de los llamados ‘tigres asiáticos’ primero, e India y China después, han hecho que la bolsa de pobreza sea mucho menor. ¿Cómo lo han conseguido?

¿Con la tasa ‘Tobin’, con la caridad del 0.7%, con la condonación de la deuda? La respuesta es no. Todas estas opciones son positivas sin duda pero no son la solución. Han demostrado que la prosperidad económica y el acceso a oportunidades como la educación es el modo más eficaz de reducir las tasas de pobreza. No nos distraigamos. Lo han conseguido con la economía de mercado y la globalización, entendiendo por tal el libre movimiento de cinco cosas: capital, trabajo, mercancías, tecnología e información. 

Desde la década de los 80 empezaron a pasar cosas fantásticas en el mundo: 1.300 millones de chinos empezaron a crecer, 1.100 millones de indios empezaron a crecer, 300 millones de indonesios empezaron a crecer, 50 millones de malayos, tailandeses también. Son los nuevos ‘países globalizadores’ que han reducido la pobreza en 500 millones de personas, y en los países que no se han globalizado la pobreza ha aumentado en 80 millones. Es cierto que las diferencias entre ricos y pobres en esos países han aumentado, pero no ha impedido que los pobres hayan aumentado su renta muchísimo y eso significa que la mitad de los que estaban abajo empiezan a converger hacia nuestros niveles.

Así es como lo hemos conseguido nosotros y así es como lo conseguirán los que quedan. Experimentar con estas cosas puede tener consecuencias catastróficas. Si no, que se lo pregunten a los africanos.
 

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