En España, la política se mueve en un universo paralelo incluso en la manera que tiene de trasladar a la realidad nacional lo que pasa en Europa.
El Partido Popular, PSOE, Ciudadanos y Podemos han puesto su firma en una misma carta, que ayer remitieron al Consejo Europeo de hoy. Esta carta contempla la firma de líderes de sus respectivos grupos en el Parlamento Europeo, en la que se plantea en una unidad de acción de las cuatro siglas la oposición a que se hagan recortes en el Plan de Recuperación. Defienden, además, la solidaridad; que va unida a la responsabilidad de los países que reciban las ayudas europeas. Es más, avalan la necesidad de que efectivamente se detalle en un plan cómo se va a devolver el dinero prestado porque los mercados. Según se explica, necesitan garantías de que recuperarán los fondos.
Mientras esta acción conjunta se desarrollaba en Bruselas, el vicepresidente del Gobierno español, Pablo Iglesias, cargaba contra el PP por «traición a España». También les acusó de «conspirar» en Europa para obligar supuestamente al Gobierno a hacer recortes.
La pandemia no ha cambiado la dinámica de una política nacional que se mueve sobre la base del eslogan y de no ahorrar medios en confundir a la opinión pública, vertiendo sobre ella la propia ignorancia con la que manejan casi todas las cuestiones, con independencia de la relevancia de las mismas.
Ajustando los hechos da la impresión de que el Gobierno ha empezado ya a construir un relato preventivo para responsabilizar al principal partido de la oposición de los recortes que acaben produciéndose en el plan de ayudas para paliar las consecuencias de la Covid-19.
Entre la versión que se traslada en España y lo que ocurre en Europa hay un abismo de diferencia. El Plan de Recuperación, dotado con 750.000 millones de euros, está cogido con hilos. Y aunque Moncloa lo haya vendido ya como un éxito del Gobierno de Pedro Sánchez, hay un riesgo de que acabe, en parte, como el cuento de la lechera.