España empieza a dar muestras de no estar preparada para una segunda oleada de Covid-19 tras los rebrotes surgidos en las últimas semanas.
La segunda oleada del coronavirus podría llegar a la vuelta del verano con la bajada de las temperaturas. Un patógeno que probablemente recobre la virulencia que mostró en marzo. Las voces de alarma se han ido sucediendo durante las últimas semanas, a medida que se avanzaba hacia la desescalada completa y surgían los primeros rebrotes.
Comunidades autónomas como Cataluña o Galicia parecen avalar los pronósticos más negros. Un aspecto que contrasta con el optimismo del ministro de Sanidad, Salvador Illa, quien ayer considera «normal» la existencia de 73 de ellos.
El Sindicato de Enfermería (Satse) ha sido una de las organizaciones más críticas en este sentido. Denuncian el cierre de alrededor de 7.000 camas en la mayor parte del país durante julio y agosto, como si no fuera a haber coronavirus. En este sentido han elaborado dos informes que golpean en la línea de flotación de los pilares en los que se asienta la «nueva normalidad» que postula el Gobierno. En ellos advierte de que las comunidades no disponen de suficientes camas de hospitalización ni de críticos en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIS). Unos instrumentos fundamentales para hacer frente a otra embestida del Covid-19.
Los rebrotes de estos días han destapado precisamente que los métodos de control; detección y aislamiento de nuevos casos no han funcionado. Esto ha disparado el riesgo de la tan temida transmisión comunitaria del SARS-CoV-2 en provincias diferentes de en la que residía el paciente 0 o causante del brote.