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“Si se vuelven a acercar a mi niña, me matan ellos o los mato yo”

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“A mi hija de 13 años le gustaría ser sanitaria, es muy buena estudiante, saca notables y sobresalientes”. Este es el deseo de Rosa María Punzano, madre de 51 años y vecina de San Blas. Celadora de profesión y actualmente en paro. Su marido Federico Triguero, falleció en diciembre de 2008 a la edad de 48 años, esperando un trasplante de hígado desde 2006 que nunca llegó.

La historia de Rosa María y su hija se truncó más si cabe cuando, tras la muerte de su esposo, recibe la visita de Servicios Sociales en la Semana Santa de 2009. Esto fue provocado a raíz de una denuncia, el 22 de marzo del mismo año, realizada por el abuelo de la niña, en la que decía que “la menor convive con numerosas bolsas de basura y productos de deshecho tras la muerte de mi hijo”. Una de las profesionales del Centro de Servicios Sociales ‘Pablo Casals’, pudo comprobar que no existía tal ambiente en el piso y redactó un acta de inspección en el que se especificó no apreciar “nada extraño ni mal olor” en la vivienda.

El día posterior a la denuncia realizada por el abuelo, Rosa María efectuó otra en la que detallaba insultos y amenazas de su suegro y cuñado en la vía pública, el 17 de marzo de 2009. En aquel momento, “tras la muerte de mi marido me estaban acosando, lo único que deseaba es que su familia nos dejara tranquilas”, añade Rosa.

Desahuciada y angustiada

El 15 de marzo de 2011, madre e hija son desalojadas de su piso del Instituto de la Vivienda de Madrid, IVIMA, propiedad de los familiares del que fuera su esposo. El padre de Rosa ha muerto unos meses antes y no tiene en su entorno más gente a quien acudir. “Me denuncian ante de juzgado 47, que estaba en Plaza Castilla, en un principio el lanzamiento del piso se iba a producir una semana antes, pero se pospuso por enfermedad de mi pequeña”, explica la mujer.

Al parecer el piso había sido entregado por herencia a su marido, Federico, “por su padre, de hecho dispongo de un escrito con valor de contrato vinculante, que demuestra esto. No se pudieron hacer escrituras, ya que mi marido estaba enfermo y por eso un notario vino al piso”, aclara Rosa.

La magistrada, María del Rocío Montes, dicta una sentencia en la que se alega “si bien este Juzgado es plenamente consciente de la dificultad o penosidad que la ejecución provisional del fallo de la sentencia supone para la situación personal y familiar de la demandada”, se ejecuta el desahucio ante el que no cabe recurso. “Tuve un abogado tan torpe que no presentó ese documento, puede que ni lo viera”, lamenta Rosa. De hecho ella posee un audio de su marido en el que dice “mi casa, mi casa, me habéis dejado tirado como a un perro, dejad de acosar a mi mujer e hija a la que habéis despreciado”, en el que Federico prevé lo que iba a suceder, algo que preconizaba esta atormentada situación.

Desahuciada y angustiada, así es como Rosa acude a la Entidad Municipal de Vivienda donde le buscan otro inmueble cercano al entorno de la niña para vivir. Apenas sobrevive con 670 euros al mes, de los que cerca de 500 se le van en el alquiler del piso en el que reside actualmente.

Recibos de la luz

Semanas después, Rosa interpone otra denuncia en la que presenta una factura de Unión Fenosa, con extractos bancarios por la misma cantidad, constando como destinatario su suegro. Ella recibió en 2010 una notificación por parte de la compañía eléctrica para que abonase un recibo de luz. En caso de no hacerlo le advirtieron que le cortarían el suministro. Ella hace el ingreso a su suegro, pero este parece ser que no se efectúa a Unión Fenosa, por tanto, Rosa denuncia que además, la familia de su difunto marido se está quedando con su dinero. Al parecer la dirección de envío de las facturas había sido modificada. Tras estos hechos, Rosa reclama a la compañía y denuncia una “vulneración de su privacidad” y a día de hoy está esperando el dinero cobrado, cerca de 1000 euros, “que se han quedado ellos”.

Se siente amenazada

Rosa María se entera de que el tío de su hija empieza a aparecer en los horarios de salida de su colegio, “está acojonada, no quiere ir a clase y entiendo que lo hizo para intimidarla. Estuvo un año y pico jorobando a la niña en su centro escolar”. En la última denuncia, la de los recibos de la luz, deja constancia la inexistente relación. “Entiendo que lo hizo para intimidarla”, algo que sobrecoge a Rosa, que dice que “no lo he denunciado, porque en este caso, “si se vuelven a acercar a mi hija, me matan ellos o los mato yo”.

En julio de 2011, el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid se pronuncia. En su documento se incluye un informe médico de la hija de Rosa, en el que se detalla que está sufriendo “alteraciones emocionales motivadas por una situación familiar complicada”. En este sentido, la Institución habla de “una posible situación de riesgo y desprotección” de la menor ante todo lo sufrido.

Varias denuncias y sin abogado

El Juzgado de Instrucción Número 53 de Plaza Castilla ha sido el último en recibir las denuncias de Rosa María por presuntas injurias y calumnias por parte de la familia de su marido, “por desprecio, humillación con palabras vejatorias y continuas reprimendas”, como se especifica en el auto fechado el 11 de febrero de este año. En el documento, dictado por la jueza, Mónica Aguirre, se añade que las querellas no se admiten a trámite al no concretarse los hechos. “El abogado no se presentó al parecer por trámites burocráticos, ni me llamó, ni nos hemos visto. La magistrada en este caso no lo tramita porque no hay papeles para hacerlo”, expone Rosa.

La última batalla librada por ella es para conseguir un letrado de oficio en el Colegio de Abogados de Madrid, que al ser informados de esto han respondido que “hemos recibido el escrito de la interesada y se está tramitando en este momento”. En cuanto a que no se presentara el abogado en el juicio, no aportan más detalles que también están estudiando el trámite de alegaciones del letrado, “requerimos saber cuáles son las causas que han llevado a esta situación”, añaden desde el Colegio. En cuanto a su resolución “no existe un plazo establecido. Una vez que se solicita dependiendo de cada caso se hace de una manera u otra, pero lo antes posible”, concluyen.

Viuda, huérfana y en paro. Pese a las trabas que se le presentan a Rosa, sigue buscando trabajo en Centros de Salud y hospitales, ya ha ejercido en el Gregorio Marañón y en La Paz. Pese a todo, su deseo es, “que me devuelvan lo que es mío, me dejen tranquila y mi hija pueda crecer feliz y en paz”.

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