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Centenarios madrileños se reúnen en los Jardines de Cecilio Rodríguez

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“Dos mil años de vida” se reunieron ayer en el pabellón de los Jardines de Cecilio Rodríguez durante el homenaje que la ciudad de Madrid quisieron dar a los centenarios madrileños, con la alcaldesa, Ana Botella, a la cabeza, y 20 representantes de todos los que viven en la capital, en el Día Internacional de los Mayores.

En la ciudad de Madrid hay 1.217 centenarios y “en todos y cada uno de los 20 centenarios que nos acompañáis queremos personificar el agradecimiento de toda una ciudad” señaló la alcaldesa que consideró un privilegio “acudir a la que quizá sea la mejor escuela de vida del mundo. No es frecuente reunir en una sala más de 2.000 años de vida. Dos milenios de experiencias atesoradas, de historias de las que aprender, de ilusiones por compartir”.
 
La alcaldesa, Ana Botella, tuvo palabras para cada uno de los mayores longevos que han acudido a este acto, recordando parte de sus vidas.Asimismo, Botella recordó que Madrid tiene la esperanza de vida más alta de España, 84 años, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.
 
Toda una vida
 
Los centenarios que se reunieron ayer tienen entre 100 y 106 años de edad. Valentina y Ciriaca, de Tetuán y Moratalaz, respectivamente, son las más longevas con sus 106 años pero eso no les impide seguir llevando una vida activa. Valentina acude al centro de mayores de su distrito para participar en las actividades que le gusta. Ciriaca, que vino a la capital con 13 años para servir en una casa, siempre ha sido amante de la poesía y recita con extraordinaria memoria los poemas que la han acompañado a lo largo de su vida.
 
De los centenarios homenajeados unos nacieron en la capital, otros se afincaron en Madrid ya mayores y, por circunstancias, algunos emigraron para volver con el paso del tiempo a esta ciudad.
 
Tiene mucho que contar de lo que le ha acontecido la vida. Pilar (100 años) fijó su residencia en Madrid en el año 74, en el castizo barrio de Lavapiés, tras el fallecimiento de su marido. Victoria (105 años) se quedó viuda muy joven, a los 44 años, y tuvo que sacar a tres hijos adelante como modista. Carmen (104 años) sigue siendo autónoma y es sobrina del Marqués de Alonso Martínez. Paula (102 años) lleva media vida residiendo en Villa de Vallecas y fue la encargada de la Central Telefónica del distrito hasta que fue automatizada
 
Cándida (100 años), Purificación (103 años) representan a esos españoles que tuvieron que dejar su país para conseguir mejor calidad de vida. Cándida, enfermera y bilingüe (español/francés), tuvo la valentía tras enviudar de marcharse a Canadá. Purificación (103 años), de la misma plaza del Callao, estuvo 20 años en Venezuela y sigue leyendo, paseando y juega a las cartas con sus amigas.
 
Vicente ha tenido una vida laboral muy prolífera y ha viajado por toda España para publicar el Mapa Magnético de la Península Ibérica, además de recibir la medalla de honor del Colegio de Ingenieros de Montes en su centenario por su trayectoria profesional. Con sus 102 años sigue cantando tangos y es un apasionado de la Tauromaquia. Saturnina (105) ha sido lavandera en el Manzanares y ayudaba a la economía familiar lavando la ropa de los escoltas de El Pardo. Sebastiana (103 años) heredó la longevidad de sus padres que también fueron centenarios. Clemente (103 años) dejó su Jaén natal y su negocio de piensos para trabajar en Madrid en el año 59 en el sector seguros.
 
Magdalena (105 años), Balbina (100 años), Eutimia (102 años), Patricia (100 años), Florinda (102 años) y José María (100 años) han trabajado en el campo y bien saben de lo dura que es esa labor. José María sigue siendo un asiduo del centro de mayores de su barrio donde juega a las cartas, lee la prensa y charla con los amigos, al igual que Patricia, que estuvo cuatro años trabajando en Alemania y sobre todo acude a los servicios de peluquería y podología.
 
Adela (101 años) no tuvo una vida fácil pues de adolescente perdió a sus padres y hermanos. Trabajó en el Metro de Madrid, luego fue agricultora durante muchos años y volvió a sus orígenes dónde vive con su familia. Anastasia (101 años) tuvo que sacar adelante a su única hija realizando los trabajos más diversos. Antonio (100 años) también ha vivido situaciones complicadas como su reclusión en un campo de concentración francés tras terminar la Guerra Civil.
 
Botella se dirigió a todos ellos, “habéis demostrado que jubilarse no significa inactividad, ni aislamiento, ni apatía. Esa es una de las características principales de nuestros mayores: su papel es cada día más activo y necesario. Y se ha demostrado, sobre todo, en esta época de crisis, donde han sido y sois uno de los soportes para que muchas familias salgan adelante o para que muchas otras puedan conciliar vida laboral y familiar”.

 

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