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La felicidad está de moda

Estamos rodeados de mensajes relacionados con la felicidad, por ejemplo, en los diferentes anuncios de la televisión, en las películas, series, revistas…

He llegado a escuchar el término de “marketing de la felicidad” que parece buscar que el cliente asocie sentirse bien con el consumo de determinados productos.
Ante tal bombardeo puede surgirnos la pregunta ¿estoy obligado a sentirme feliz?
Como psicóloga he recibido en consulta a más de una persona que decía sentirse culpable por no ser feliz a pesar de tener unas condiciones favorables, como un buen trabajo, una familia que le apoya y unos amigos con los que se puede contar en los momentos complicados. Cada vez es más frecuente esta sensación de obligación a sentirme bien si las circunstancias son supuestamente favorables.
La felicidad, es una realidad cotidiana, que ha sido parte del pensamiento del ser humano desde que tenía capacidad para pensar y desear. Ya Aristóteles nos decía en su libro Ética a Nicómaco que la felicidad era el fin último del ser humano, aquello que todos queremos sentir, por eso nos preocupa tanto cómo conseguirla o mantenerla.
La Psicología Positiva es la rama de la psicología que ha acogido este objetivo. Podríamos definirla con la ciencia al servicio del desarrollo de las fortalezas y las emociones positivas.
Desde la Psicología Positiva se proponen ejercicios sencillos que tengan un impacto en cómo nos sentimos a corto plazo. Un ejemplo es el ejercicio “un acto de generosidad aleatorio”, en el que decidimos ayudar a otra persona para que se sienta mejor. Está demostrado que este ejercicio impulsa nuestro bienestar, nos hace sentirnos mejores personas, y nos permite dejar por un momento las preocupaciones cotidianas a un lado.
Además la Psicología Positiva puede utilizarse para reducir el malestar. Se ha demostrado que no es absolutamente necesario tratar la ansiedad con técnicas tradicionales de exposición, que consisten en enfrentarnos poco a poco a aquello que nos acelera el corazón, con el malestar que eso implicaba. Sino que a través de técnicas que potencian emociones positivas podemos mejorar cuadros como la depresión o la ansiedad. Gracias a ello, un proceso de cambio o mejora personal no requiere de un camino arduo de exploración e intervención.
Pongamos un ejemplo, una persona que está en un momento de su vida en la que no sabe qué quiere, duda entre mantener su trabajo actual, con el que no se siente muy satisfecha, duda de mantener su pareja actual, quien dice no aportarle nada significativo, en definitiva, duda del rumbo que quiere acoger en su vida. Abordar casos como este desde la identificación de las fortalezas realizadas y no realizadas, desde la potenciación de emociones positivas en su día a día y desde el encontrar un sentido vital, hace que la persona se sienta más motivada al cambio y que empiece a vislumbrar una ruta más emocionante para su vida.
Para concluir comentar que aunque la felicidad es un término complejo, puede que en exceso utilizado por el marketing, se trata de un estado natural y cotidiano que puede formar parte de nuestras vidas si lo hacemos con medida y ciertas dosis de objetividad. Como bien decía Aristóteles “en el término medio está la virtud”.

Dafne Cataluña.
Directora del Instituto Europeo de Psicología Positiva. 
www.iepp.es 

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