Steve Jobs se integra en la memoria de la Ciudad de Madrid. El reconocido gurú de la informática y visionario de las nuevas tecnologías, fallecido el pasado mes de octubre a los 56 años, dará vida a una "vía, espacio público o institución cultural que en su momento se determine" de la Ciudad de Madrid. Así lo ha aprobado el Pleno municipal celebrado esta mañana en la nueva sede del palacio de Cibeles, en el que también se ha aprobado distinguir otros lugares similares con los nombres de Antonio Chenel Antoñete, Carlos Morla Lynch y Jesús del Pozo. En el caso de Jobs la decisión es el resultado de una proposición de todos los grupos municipales -PP, PSOE, IU y UPyD- y en los otros tres, el acuerdo se había adoptado previamente en la Comisón del Área de Las Artes.
"Apple perdió a un visionario y a un genio creativo y el mundo perdió a un sorprendente ser humano" fue una de las frases que se dedicaron al emprendedor de la multinacional norteamericana en los días posteriores a su fallecimiento y el propio New York Times no vaciló en caracterizarlo como el "hombre que redefinió varias industrias y creó varios éxitos consecutivos: la computadora Macintosh, el reproductor de canciones iPod, el teléfono iPhone y la tablet iPad".
El matador de toros Antoñete, nacido muy cerca de Las Ventas y fallecido también en octubre a los 79 años, ha sido considerado "maestro y figura del siglo XX". Tuvo una larguísima carrera de torero, que se prolongó a lo largo de más de cuarenta años, y los entendidos le sitúan como uno de los más grandes maestros de todas las épocas.
El diseñador madrileño Jesús del Pozo, uno de los modistos españoles más prestigiosos, también dará nombre a un lugar de la ciudad. Trabajador infatigable, no dejó de acudir a su taller de manera habitual, lo que le llevó a dejar terminada su colección de primavera-verano de 2012, tras recibir todo tipo de premios del sector, como la "Aguja de Oro" o el nacional "Balenciaga".
Por último, el diplomático chileno destinado en Madrid durante la II República y la guerra civil Carlos Morla Lynch, es recordado entre otros grandes méritos por convertir la embajada de su país en la capital en un refugio para perseguidos de ambos bandos durante la contienda nacional. Falleció en la capital española en 1969.
