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Cataluña

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Hay muchas Cataluñas: la mediterránea, la modernista, la vanguardista, la milenaria, la románica, la surrealista, la rural, y, obviamente, la urbana. ¿Quién no conoce Barcelona, su cosmopolita capital y bastión de la identidad catalana? Pero Cataluña es mucho más que  su principal metrópoli. Sus diversos territorios, como el ilerdense, con sus Pirineos, el tarraconense, con sus vestigios romanos y su Costa Dorada, y el gerundense, con su inefable Costa Brava, poseen muchos rincones y espacios naturales por descubrir. Playas, prados, viñedos, valles, montañas y Parques Naturales conforman el telón de fondo de gran cantidad de pueblos y ciudades donde el viajero puede disfrutar de viejas tradiciones, interesantes museos, antiquísimos monasterios, y, cómo no, degustar una exquisita y variada gastronomía marcada por productos de cada zona y reconocida internacionalmente.

Son tan abundantes los estímulos que ofrece Cataluña para visitarla que son precisos varios viajes y diferentes itinerarios si uno desea conocer realmente la esencia profunda de este país mediterráneo. Y para ello, lo mejor es confiar en una extensa red de pequeños grandes hoteles que permiten, por su estratégica ubicación, gozar, al mismo tiempo, de múltiples excursiones y rendirse tras ellas a un descanso reparador, ajeno al bullicio de las grandes ciudades. La red de pequeños grandes hoteles se caracteriza porque todos ellos están ubicados en entornos de verdadero encanto, disponen de escasas habitaciones (entre 6 y 10, muy acogedoras y confortables) y brindan al viajero un muy agradable trato familiar y personalizado, además de una gastronomía propia y de alta calidad.

Sería harto difícil referenciar  a todos y cada uno de esos pequeños grandes hoteles. Pero bastarán algunos ejemplos para orientar al viajero amante de nuevas y auténticas sensaciones. Ciñéndonos sólo a la Costa Brava y el Bajo Ampurdán, una buena elección  como destino es Bagur. Aquí  uno puede hospedarse en una antigua casa de pescadores (Sa Tuna), de 5 hab., rodeada de pinos, y frente a la playa del mismo nombre. O en el hotel Sant Feliu, una casa del siglo XVI, con 6 hab., situada en el centro del tranquilo pueblo de Boade. En el Alto Ampurdán, una opción, entre otras muchas, es alojarse en Torre Lauren, de 7 hab. en un pequeño pueblo fortificado en el valle del río Muga.

La Masía Catalana

Si la preferencia es convivir en una típica masía catalana, Can Carbó de les Olives es un destino ideal. Ubicada en un entorno privilegiado y rodeada de granjas y viñedos, dispone de 8 modernas habitaciones que contrastan con su original estructura. Este pequeño gran hotel, al igual que la mayoría de ellos, destaca por su cocina tradicional basada en los famosos suquets de peix, los arroces y los platos típicos de mar y montaña. No en balde esta zona tiene el referente gastronómico más fiable: el de Ferran Adriá. La cocina de estos establecimientos se identifica, además, por su estilo slow food. Un movimiento que reivindica la lentitud y la sobremesa en el sublime acto de comer.

Por otra parte, la gran ventaja de hospedarse en estos relajantes entornos de la Costa Brava es que pueden realizarse excursiones a ciudades cercanas tan turísticas como Lloret de Mar o Palamós. O tan marineras como Calella de Palafrugell o LLafranc. Sin olvidar Cadaqués y su célebre Museo Dali en Figueres.

Más info:  Central de Reservas: Tel. 00 34 972600034.

www.petitsgranshotelsdecatalunya.com

www.franciscogavilan.net

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