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Creta

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Creta, la isla más grande de Grecia, es probablemente uno de los pocos lugares del mundo donde la famosa crisis no se nota. Sea por su privilegiada naturaleza, por su rica historia, por sus limpias playas, o por cualquiera de sus otras mil razones, en las calles de sus ciudades se dan cita turistas de todas las nacionalidades. A nadie en Creta parece importarle la crisis financiera internacional. El único objetivo de sus visitantes es cómo aprovechar al máximo su tiempo para ver todo lo que hay que ver en Creta, que no es poco, y disfrutar del día y de la noche.

Uno de los aspectos técnicos que llaman la atención es su poderosa infraestructura hotelera. Cerca de Iraklio, su capital, se encuentran verdaderos templos de la hostelería moderna. El Knossos Royal o el Hotel Royal Mare (www.aldemarhoteles.com), por ejemplo, son resorts y villas donde la excelencia de los servicios es prácticamente inmejorable, con playas propias, y con lo que el más exigente cliente pueda imaginar. Pero, para conocer lo más esencial de la isla, hay que empezar a recorrerla por la moderna autopista que la cruza casi en paralelo por la costa norte.

En este recorrido se pueden observar montañas de gran altura en el mismo centro de la isla. El paisaje va cambiando continuamente. A veces árido y otras frondoso. Los pueblos, rodeados de vegetación, de olivos, naranjos y vides (si puedes, visita la Bodega Boutari -www.boutari.gr- y cata sus excelentes caldos) ofrecen multitud de atractivos. Uno de los más pintorescos es la villa de Arolithos. Reúne una muestra de las típicas viviendas cretenses, antiguos oficios, artesanía, etc., así como un museo (www.arolithosvillage.gr). En este lugar hay un coqueto hotelito con restaurante típico. Tampoco nadie debería perderse una visita al importante recinto arqueológico de Knossos. O a la isla deshabitada de Spinalonga a través de sus amenos cruceros  ([email protected]) que incluyen sabrosos almuerzos a bordo. 

Entre bosques de palmeras y cedros, hierbas aromáticas (jara, salvia, aspalato, tomillo) se puede acceder a paisajes donde aún sobrevive la cabra montés. Y, en medio de tan agrestes y frondosos escenarios naturales, se descubren fértiles valles, grutas, castillos y monasterios como el de Kera. Resulta seductor detenerse en pueblitos que viven al ritmo de hace cientos de años. Solazarse en sus pequeños cafés y tabernas (uzadikas) tomando un café o una copita de uzo, al tiempo que conversas con los lugareños, aunque sea por señas o a través de la mirada.

Por otro lado, y como obligado contraste con lo anterior, es interesante conocer las ciudades-puerto principales de Creta (Iraklio, Jania, Rèzimno, Ayios Nikolaus y Sitia). Todas ellas se desarrollaron en la costa norte, menos abrupta en su morfología. En sus alrededores se puede combinar el baño en playas con una vida de ambiente más cosmopolita. En los escaparates de estas bulliciosas áreas urbanas se exhiben todo tipo de artículos. Desde los más típicos souvenirs como bordados o cerámicas, hasta espléndidas pieles, joyas y objetos de plata. En Jania, por ejemplo, aún se puede encontrar en la calle Skridlof las antiguas botas griegas stivania. Aunque parezca extraño, todavía hay cretenses que visten el traje regional. Asimismo, las noches en esta isla son embriagadoras. Tanto si cenas en una humilde taberna de pescadores, como si lo haces en los siempre animados hoteles. Su música y el olor a flores te acompañarán siempre en el recuerdo.

www.franciscogavilan.net.
Más info: Organismo Nacional Helénico de Turismo.
c/ Quintana, 2-2º, Ofic.. D y E; 28008 Madrid; Tel. 915 484 889. e-mail: 
[email protected]
www.gnto.gr 
 

 

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