El último reducto de chabolismo en el distrito tiene los días contados. El pasado 1 de abril, comenzaba el desmantelamiento de la media docena de chabolas que aún quedan en el poblado de El Cañaveral, un acto al que asistieron la delegada de Urbanismo y Vivienda del Ayuntamiento, Pilar Martínez, la consejera de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid, Ana Isabel Mariño, y la concejal del distrito, Carmen Torralba.
La demolición de la infravivienda de El Cañaveral -cuya finalización está prevista en breve plazo- se está llevando a cabo en virtud del convenio suscrito el pasado mes de octubre por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, y supondrá el fin de 21 años de marginación. Más de dos décadas en las que han coincidido dos tipos de construcciones: las 110 de tipología especial edificadas por el Consorcio de Realojamiento de Población Marginada -en régimen de alquiler- y las chabolas que proliferaron en el entorno. Tras el desmantelamiento completo, se habrá realojado además a unas 157 familias que comenzarán una nueva vida.
Más celeridad
Desde el Partido Socialista han valorado positivamente el desmantelamiento de este poblado, pero lamentan que se haya demorado tanto. Apuntan que este Ayunta-miento sigue teniendo el mayor número de núcleos chabolistas de la Unión Europea, “debería actuar con más celeridad para erradicarlos”, señala el concejal socialista del distrito, Daniel Viondi. Para el edil, con esta medida, “el Gobierno municipal tan sólo ha cumplido una obligación urbanística, en esos terrenos deben construirse viviendas”. Además, aprovechó la tesitura para recordarle a las administraciones municipal y regional otra cuestión. “Ya que la interlocución entre Ayuntamiento y Comunidad de Madrid parece que se ha vuelto a retomar -manifestó- esperamos que tengan un minuto para poder hablar y conversar sobre un gran problema que se llama Cañada Real”.
