Queridos Reyes Magos.
Ruego de vuestra bondad tengáis a bien traerme los siguientes regalos de Navidad:
Que el terrorismo deje de ser una realidad maldita.
Que la convivencia deje de ser un avispero cada vez más enconado por intereses políticos más allá de la legitimidad.
Que influencias de perversa incubación dejen de envenenar nuestras urbanizaciones en pueblos, playas y costas con la ayuda de torpezas, mercadeos políticos, carestías y conveniencias carentes de razón y dignidad.
Que los maltratadores de mujeres y asesinos cesen en su canallesca barbarie.
Que seamos capaces de prevenir con mayor acierto los desastres naturales.
Que las hambrunas (de niños, sobre todo) encuentren en nuestra verdadera solidaridad remedio para tanto dolor.
Que nuestras carreteras dejen de ser una sangrienta pesadilla.
Que cese todo riesgo de cuartear la unidad de nuestros territorios.
Que caigamos en la cuenta de que el mundo es el compromiso de individuos, familias, comunidades y países para ser, por encima de todos, ciudadanos de la humanidad.
Y por último, queridos Reyes Magos, que caigamos en la cuenta de que todos y cada uno de nosotros somos los primeros responsables en hacer posible cuanto os pedimos en esta carta en esta de Navidad.