Cuando uno ve y oye a este personaje de Hugo Chávez no puede evitar pensar en la larga tradición de dictadores, tiranos, iluminados crueles y lunáticos generales que han regido los destinos de todas las naciones sudamericanas durante los últimos 150 años. Chávez es uno más, con la única diferencia de que dedica un poco más de tiempo a enmascarar de democracia su régimen (los otros ni se molestaban). Zapatero, por distanciarse de Aznar, eligió como interlocutores diplomáticos a mesías tercermundistas, que entonces se han subido a la parra. Por eso la intervención del Rey es también una descalificación de la política exterior de Zapatero, y un lamento airado por el pueblo venezolano que padece a este pobre sátrapa visionario.