Padres, madres, profesores y alumnos del colegio Rufino Blanco no están dispuestos a consentir que la enseñanza pública dé “Ni un paso atrás”. Ese fue el lema que abanderó su última protesta y que les sirvió para celebrar un simbólico entierro de la enseñanza pública el pasado 5 de diciembre. Vestidos de riguroso luto, el cortejo fúnebre acompañó al ataúd en su recorrido por las calles aledañas al centro escolar. “Con esta iniciativa queremos denunciar el recorte de recursos que sufre la enseñanza pública en Madrid”, afirmaba uno de los asistentes. Una crítica motivada por el traslado de una auxiliar infantil psicopedagoga a otro centro educativo pese a que 17 niños del colegio tienen diagnosticadas necesidades pedagógicas especiales.